Oda al Miedo

No me considero poeta.

De hecho, si llevan conmigo desde el principio, saben que me cuesta llamarme «escritora», así que poeta? Menos.

Nunca sé cómo acabarlos, no me gustan a menos que rimen, y si escribo uno necesito que rime pero que transmita un mensaje profundo e irónico–una habilidad que aún no desarrollo, por lo menos no en la poesía.

No me considero Emily Dickinson, ni Pablo Neruda, ni Julia de Burgos, ni nada por el estilo y si nos dejamos llevar por lo técnico, esto es trampa, porque fue un escrito que hice para mi maestría, y… no sé. Me quedé con el deseo de compartirlo. Así que, les presento:

«¿A qué le tienes miedo? «

Ayer me preguntaron, ¿a qué le tienes miedo?

Por un momento, tuve que pensar.

Pensé en la niña que se preguntaba

¿por qué los niños les temen a los monstruos?

¿O a la oscuridad?

Si yo, a lo que le temía…. era la realidad.

Pensé en la niña que le temía a los tribunales y a las cortes.

La que se preocupaba por trabajadores sociales,

Por visitas supervisadas, y vestidos ideales.

Es raro, ¿no? A lo que le llegamos a temer,

Si tan solo pudiéramos saber,

Que cada miedo se haría ver.

Ayer me preguntaron, ¿a qué le tienes miedo?

Y pensé en la adolescente,

La que tenía mil cosas en la mente.

La que no entendía por qué sus sentimientos,

Podrían sentirse tan intensos.

La que no comprendía de dónde nacía tanta tristeza;

O si, como decían los demás, solo era pereza;

La que basaba su valor interno en lo que dijeran los demás,

La que no sabía de lo que era capaz.

La que le temía a perder a los que parecían tan importantes,

A los amigos, que algún día consideré gigantes.

Con las que compartía todo,

Desde mis miedos, hasta mis apodos.

Las que conocieron a toda mi familia,

Las que conocieron todos mis lados,

Y aún así no se reconcilian.

Mis miedos, nuevamente, se volvieron realidad.

Perdí a todos los que creaban mi sanidad,

Y al parecer, eran los mismos que la alteraban.

Ayer me preguntaron, ¿a qué le tienes miedo?

Y recordé a la universitaria enamorada.

La que se sentaba por las noches pensando,

¿qué podría pasar?

La que se dejó enamorar,

Que se dejó llevar.

La que dio todo, y más

Con tal de convencerla que la amaba.

Con tal de que supiera que haría todo por ella,

Que era la única en mi mente, en mi corazón.

Pensé en la que lloraba, aterrada

Después de una discusión o una pelea,

La que pensaba que “hasta aquí era”.

La que juraba, por todo lo que quería,

Que… esa sería la ruptura que acabaría conmigo.

Que, al fin, luego de tanto, sabría cuál era mi mayor miedo.

Perderla, de eso no me recuperaría.

Si algo me ha demostrado el humor del universo,

Que suele ser irónico, y perverso;

Es que todo puede volverse cierto,

Especialmente a lo que le tienes miedo.

Se fue, y sin avisar.

Se fue, y aunque lo vi llegar,

Se sintió como…una muerte, que cometieron al azar.

Ayer me preguntaron, ¿a qué le tienes miedo?

Y no supe contestar.

Pensé en lo mucho que me duele perder a los demás;

Lo que dolió perderla a ella, lo que dolió perder a mis amigas.

Pienso en lo que dolió perder a mis mascotas, a mis perros y mis güimos.

Pensé en cuando diagnosticaron a mi abuela con cáncer,

A la que me crio y me cantó cuando era infante.

La que aún me cuenta cuán claro hablaba,

Y que mi memoria le refutaba,

cada historia nocturna, de las que se inventaba.

Pensé en arañas y cucarachas,

En lagartijas y viejas borrachas,

Pensé en la oscuridad, en la incertidumbre

En la soledad y todas sus costumbres,

Y aún así, no supe contestar.

Ayer me preguntaron, ¿a qué le temes?

Y pensé, tal vez a la muerte, o a los nenes.

Pensé en que, si lo digo, lo pongo en el universo,

Que como ya sabemos,

Tiene un sentido del humor perverso. 

Pensé que decirlo, lo hace real.

Decirlo, lo hace pasar.

Ayer me preguntaron, ¿a qué le temes?

Y al fin contesté; No sé, pregunta mejor la semana que viene.

La Madre de los Posts

Todos los años paso por el mismo dilema—no saber qué regalarle a mi mamá. Y no solo a mi mamá; a mis abuelas, a mi tía (sí una sola porque pienso que estoy en la edad en donde es aceptable solo regalarle a mis «favoritas», porque soy demasiado pobre para regalarles a todas); en fin, a las mujeres que me hicieron lo que soy hoy. Y aunque todas se merezcan su propia tesis doctoral sobre lo mucho que las quiero, hoy sólo se la dedicaré a una de ellas–a la más importante.

Por más que quisiera poder bajarle a mi mamá la luna, junto con las estrellas y todos los planetas (porque se merece eso y más, y sería lo más concreto que podría otorgarle en un intento de compensar por todo lo que me ha dado); es físicamente imposible. Por más que quisiera que se levantara el domingo y la BMW del año que quería esté estacionada afuera, o que Luis Miguel llegara a su casa a darle un saludo especial; soy pobre y no sé conseguir a LuisMi. Y pienso que ya pasé la edad dónde hacerle un dibujo de nosotras dos que diga «te amo, mami» por el lado sea aceptable, pero como soy escritora, lamentablemente la edad donde deje de ser aceptable que le dedique mis palabras, nunca va a llegar. Así que, en un intento de compensar no tener regalos físicos (le di uno que otro detallito, no piensen que soy tan miserable), esta publicación es para tí, mami.

A ti, que fuiste madre y padre por una parte de mi vida. A ti, que me haz apoyado en todo, hasta cuando no podías, hasta cuando no sabías cómo; ahí estabas. A ti, la mujer más fuerte que conozco y que conoceré, lo más cercano que tendré a un súperheroe. A ti, que luchaste hasta más no poder por mí; que lograste tanto siendo madre soltera, que completaste tu carrera de derecho siendo madre de dos.

A ti, te doy las gracias. Nunca habrán palabras suficientes para describir el nível de amor y de agradecimiento que siento, no solo por ti, sino por Dios, porque me bendijo con una madre como tú. Porque de todas las mamás a las que me pudo haber enviado desde el cielo, me envío a ti y fue como pegarme la lotería sin saberlo. (Y bueno, sin saber lo que era la lotería porque era una bebé. Aunque no sé, yo era bien inteligente cuando pequeña… era.)

Te escribo esto, para que lo leas cuando me extrañes o cuando quieras recordar lo increíble que eres. Para que lo leas en este Día de las Madres y de nuevo comentes que «siempre te hago llorar». Para que cuando publique mi libro y se gane mil premios (bueno… o por lo menos uno), recuerdes que siempre fue por ti y para ti. Que siempre fue por tu apoyo inconidicional y que siempre fue para hacerte sentir aún más orgullosa de mí.

Y si tú (mi querido lector), continuaste leyendo, 1. que presentau, si dije que era para mi mamá. y 2. para no hacer otra carta donde solo le doy las gracias a mi mamá, te hablaré de ella (que espero esté leyendo esto también) y de lo increíble que es, de como gracias a ella es que este blog es lo que es (porque gracias a ella, soy como soy.)

Mi mamá es una de las personas más increíbles que conozco, de las más amables y dadivosas que conozco en mi vida. Es el tipo de persona que genuinamente se ha quedado sin nada con tal de que los demás tengan. Es el tipo de persona que se para en medio de una autopista a rescatar un perrito, y procede a sanarlo y cuidarlo después. Tiene un corazón tan inmenso, que hasta personas que no la conocen lo notan y se sienten conectadas a ella. Un corazón que suelen reconocer los animales (hasta los lagartijos—no es broma. Le dicen Dra. Dolittle), los viejitos y las brujas. Un corazón que la hace ser de las personas más empáticas, comprensivas y dadivosas que conozco. De verdad, no pude pedir mejor mamá.

Claro, tiene sus «defectos». Es un poco despistada, pero compensa siendo una mujer sumamente trabajadora—corriendo su propio negocio, el de su esposo y el de su papá. (Sí, viste. Girlboss.) Hace chistes extraños, de los que son reales pero si tu reacción es negativa se ríe para disimular; que la hace más cómica aún y me bendijo a mí con un sentido del humor de alta calidad. Pero, el único defecto que resaltaría, es las veces que falla en ver su valor, o el impacto que tiene en los demás.

Yo no digo todo esto siendo parcial por ser su hija. Si se sientan a preguntarle a 10 personas que la conozcan, les dirán lo mismo. Si se sientan a ver los comentarios de sus amistades (las verdaderas) en Facebook, leerán lo mismo. Si ven todo lo que su equipo dice de ella (porque es entrenadora personal), verán lo mismo; es de las mejores personas que conocen. Pensar que hay gente en el mundo que quisiera hacerla pensar lo contrario, o que las inseguridades que nos presenta la vocecita (el diablito del hombro) intenten dominarla y hacerla sentir como menos; me llena de rabia. Quisiera protegerla de todo lo malo del mundo, y ayudarla a sanar lo malo que ya ha vivido (aunque ya ella se ha sanado, sola y por su cuenta. Les digo, de las mujeres más fuertes, sino la más, que conozco.). Quisiera que el universo, el mundo, y las personas que la rodean; algún día puedan darle para atrás todo lo que ella ha puesto en el mundo. Que la vida le devuelva toda la generosidad y amor que ella ha puesto en el mundo, le devuelvan todas las cosas buenas que ha hecho por los demás, ya haya sido su familia, sus amistades, o un extraño de la calle que logró ver lo simpática que era.

Quisiera que supiera, que aunque tal vez para los demás no haya sido una madre «perfecta»(aunque no sé por qué lo pensarían, tal vez porque se le olvidaba buscar mis notas de vez en cuando–pero es que estaba acostumbrada a que fueran buenas, so why would she bother?) , para mí siempre lo fue.

En las altas, en las bajas, en las discusiones alimentadas (y causadas) por mis hormonas pubertales, cuando cambió mi número, cuando cantamos en el carro, las «pelas en el clóset» (es un chiste interno—no se asusten), las veces que pensó que me iba mucho tiempo de casa por no querer estar con ella (que nunca fue cierto, solo tuve un periodo de mi vida dónde priorizé a mis amistades sobre todo y pues, trajo sus propias complicaciones, pero un tema para después)—siempre fue una madre perfecta y ejemplar. No ha habido un solo momento en mi vida (y esto lo digo genuinamente, mami) en dónde yo no haya estado agradecida por tener una mamá como ella.

No ha habido un solo momento donde yo no haya estado agradecida de tener una mamá que siempre buscó recordarme lo orgullosa que estaba de mí, una mamá que buscaba siempre decirle que sí a mis sueños y necesidades, una mamá que me ha dado todo, que siempre buscó recordarme que soy una mujer inteligente, hermosa y capaz. Una mamá que apoyó mi lado «escritoresco«desde que mis cuentos eran sobre príncipes ficticios y escritos en construction paper. Una mamá que, de hecho, los tiene todos guardados. Una mamá que ha hecho (y continúa haciendo) todo lo posible por ayudarme, en toda manera; sea financiera, emocional, a ver mi valor, a hacer ejercicio y mejorar mi salud, a recoger mi cuarto… en fin, me he ayudado en todo. Aunque parezca casi dado que tu madre esté presente, no siempre es el caso, y el hecho de que la mía ha estado ahí siempre, para mí significa todo.

Una madre que reaccionó a yo saliendo del closet diciendo «Te gustan las nenas? Okay. Pensaste que me iba a enojar o algo? Por Dios, después que tú seas buena persona. Y estés feliz, quién ames no me importa—claro, después de que te traten bien.» La misma que me apoyó cuando mi torre de Jenga se cayó, y la que me ha ayudado a buscar todas las piezas para volver a construir la torre. La que llegó con un flashlight después de enterarse que me sentía estancada en el túnel oscuro; la que me ayuda a levantarme después de que me doy contra el piso «bungee jumping». La que llega para decirme «levántate, para que veas que el agua en la que sientes que te ahogas, es llanita.»

En fin, la solución a todas las metáforas que he usado para describir estar perdida, triste… neurótica. La que hace que el caos tenga coherencia, que la contradicción tenga… dicción? En fin, mi sistema de apoyo principal, mi fanática número uno, la que siempre buscó por mi bien, hasta cuando yo tal vez fallaba en notarlo.

Una madre que me ha hecho una mujer independiente y fuerte, una mujer capaz de lograr todo, porque sé que tengo quién me levante si me caigo. Una madre que me bendijo con su inteligencia y con su capacidad de impactar a los demás. La que me ha enseñado que lo importante en la vida son nuestros valores, y las acciones que tomamos siguiendo los mismos. La que me ha demostrado que lo material, no importa—después que estemos bien. La que me ha hecho querer seguir adelante siempre, solo para poder hacerla aún más orgullosa de mí.

La que quisiera que me dure para siempre porque aunque ya me ha visto graduarme de casi todo, aún le falta ver publicar mi primer libro y dedicarselo a ella. Le falta verme dedicarle el premio nobel de literatura (dejénme soñar) y aunque no esté en mis planes, supongo que le falta verme casarme y tener mis propios perri-hijos. La que quisiera que me dure para siempre porque el mero hecho de no tenerla me aterra. Imaginense, si lloro cuando vuelvo después de visitarla–sabiendo que probablemente la veo en un mes. La que extraño siempre, pero que llevo siempre en mi corazón. La que nunca me contesta el telefono y después dice que la que se olvida que tiene madre soy yo, pero la perdono comoquiera porque me gusta hablarle—aunque sus conversaciones por telefono sean más ella multitasking mientras te escucha hablar. La que me hace querer comprarle todos los cerditos y perros salchichas del mundo, porque aunque ya no tenga dónde guardarlos, quiero que siempre tenga algo cerca que la haga pensar en mí.

A la única que le acepto «Ok» en vez de okay de respuesta. Una madre que me sorprende más cada día—con su fuerza, su inteligencia, su bondad, su capacidad de lograr lo que se propone. Una madre trabajadora, emprendedora, independiente— que da su todo en lo que hace. Una madre que me enorgullece cada día más, mi ejemplo a seguir.

Feliz día de las madres, mami!

Y no solo a mi mamá, sino a las tias/madrinas que te dejan vivir en su casa (aunque le dan ganas de botarte cada vez que pongas el papel de inodoro alreves) y cuidan a tus güimos aunque no los quieran—las que te alcahueteaban desde pequeñas y aunque no sean muy «touchy feely» ambas saben que se quieren mucho y por lo menos yo, sé que no podría vivir sin ella— que quita las fotos de tu ex cuando no estás en tu casa y la que te dona la última coca-cola cuando estás triste. (Felicidades titi, gracias por ser mi madre adoptiva).

O a las abuelas que genuinamente son la Luz al final del túnel. Las que te «cantan otra canción» aunque tengas 23 años, las que te cuidan hasta cuando la que estás tratando de cuidarla eres tú. Las que te mandan $50 por ATH Móvil cuando le pides $20, la que te psicoanaliza gratis solo porque te quiere. La que te hace chuletas con amarillos cada vez que vienes, hasta sin que se lo pidas, porque sabe que es tu comida favorita.

O las abuelas que cargan «la ambulancia» encima porque siempre andan preparadas para lo que traiga el día, las que te persiguen gritando tu nombre detrás del Jeep de Barbie, las que no te matan cuando pediste permiso para que vinieran tres amigos y llegaron tres con los novios, primos y los tíos. La que te perdona cuando los mismos que invitaste y tú le ponen jabón a la chorrera en un esfuerzo de ir más rápido, pero fracasan por completo. La que te acurruca cuando necesitas y te arregla la frisa cuando estás temblando.

Las abuelas que te leen, aunque no entiendan bien las redes, o les confunda cuál link los lleva a qué. Las que son y seguirán siendo tus fanáticas hasta más no poder—que siempre resaltan lo orgullosas que están de ti. Las abuelas que cuando se enferman, te asustas, porque quisieras que te duren para siempre, porque genuinamente no sabes qué harías sin ellas. (Felicidades Abi & Abi, las amo.)

Las «abuelastras» que buscan complacerte y conectar contigo, hasta en cosas pequeñas. Las que tal vez no fueron muy buenas demostrando que te querían al principio, pero te hacen sentir como su nieta biológica. Y su familia entera, con las tías medio locas que le pone «pampers» a sus perros, pero que nunca se le olvida felicitarte en tu cumpleaños ni darte un detallito en Navidad. La que igual te lee y te sigue, la que te dirige el «fan club» si la dejas. La que siempre te ha tratado con mucho cariño y bondad— pero no admites que es tu favorita por si las demás se ponen celosas.

Felicidades también a las tías que nunca se sintieron como tías— porque tenían 13 años cuando naciste y le diste con un bibí en la cara; la que siguió tratándote como su hermanita siempre, la que es medio cruel y «bully» pero la quieres así. La que te presta su ropa, junto con el maquillaje, el recorte, zapatos y las cejas—y lo hace todo mientras ve Netflix, atiende a sus hijos y llena planillas. La que demuestra que te quiere de maneras distintas, pero siempre sabes que te quiere (y tú a ella, aunque te haya dado para atrás después del bibi y solo sepas demostrarsélo cuidando a su perro y a su conejo). O a las tías que te invitan a la playa todos los fines de semana solo con tal verte, la que a veces solo vez en Navidades y Año nuevo pero que llevas en el corazón siempre, la que nos dejaba dormir a todos en frisas en el piso y fingía que no nos escuchaba jugando DS y riéndonos a las tres de la mañana.

Las tías medio ansiosas, que han pasado por mucho, y aún así buscan sonreír y salir adelante. Las tías que son tan buenas que a veces, se aprovechan de su nobleza. Las tías que merecen tanto—más amor, más felicidad, tranquilidad y paz. La que te regaña por comerte chocolates viejos (del baby shower de tu prima adolescente) pero aún así los guarda de recuerdo. La que te cuida y te mima como si fueras hija de ella porque, efectivamente, eres su única sobrina.

Las tías postizas/adoptivas que te planchan el pelo cuando se lo pides y de una te maquilla. La que te trataba como hija suya porque no tenía su propia, y ahora que la tiene, sabes que fue otra bebé que se ganó la lotería.

Las tías postizas que te adoptan en Disney y compensan por el despiste de tu madre biológica. Las que te hacen reír solo con respirar, las que sientes que conoces hace años aunque solo lleva en tu vida dos. La que llamas cuando te sientes ansiosa porque te ayuda a sentir paz, la que te da consuelo cuando lo necesitas. (Aquí hablo de la mejor amiga de mi mamá— M, eres de las personas más bondadosas que conozco y viviré agradecida siempre que Dios te haya puesto en nuestras vidas.)

A las tiamigas que te siguen en Facebook y que, aunque solo ves de vez en cuando, te emocionas igual. De las que te dicen «yo te vi cuando eras así de pequeña» como si yo no recordara viéndolas estudiando derecho con mi mamá — como si no me sintiera vieja viendo como sus hijas ya casi hasta se gradúan de la uni, o viendo los «memories» de Facebook de cuando fui al primer cumpleaños de su hijo que ahora es todo un emprendedor y tiene hasta su propia linea de limonada. Las que preguntan por ti siempre, y aunque no las veas tanto como quisieras, cada vez que sí comparten es como recordar que tienes tres tías lejanas más.

A las madres postizas que te adoptan porque sus hijos decidieron que iban a tenerte en sus vidas. Las que te cocinan, te invitan a la iglesia, las que te llevan a pasear por San Juan porque sí, las que se mantienen al tanto de tu vida (a veces hasta mejor que los hijos). Las que te llevan a Europa para que presencies su «Lo tori», las que velan por tu bienestar y te recuerdan siempre cuán flaca (o no.. JAJAJA) estás. Las que te cuidan por elección y te hacen sentir querida incondicionalmente, como si fueras hija de ellas también. (Shoutout especial para Ivelisse, Lourdes, Zoraida, Amarilis, María, Cristina, Leticia, Carmen, Jamil — gracias por dejarme en sus casas hasta cuando bromeaba que quería trabajar en fast food, genuinamente, las quiero mucho siempre.) (Y a las que no eran ni madres de amistades mías, y aún así me apoyan (Hola Lizzie). Also special shout-out to Gloria, Tiffany, Josefina, and Martha.)

(Me siento como Bad bunny en su canción nueva «las gabrielas, las patricia las nicole..» anyway, como les decía.)

Por último, a las maestras que te trataban como sus hijos. Las que recuerdas con mucha nostalgia y cariño— las que eran como Sprite (te dice las cosas como son), las que hacen apuestas contigo para intentar que te motives más a estudiar, las que te quitan las briscas pero te las devuelven después de clase. Las que genuinamente se preocupaban por ti y tu bienestar, que te hacían creer aún más en la profesión de maestro, las que te hacían querer que les pagaran 60 veces más solo porque te enseñaban más allá del salón de clases. Las que te llevaron a Costa Rica hasta cuando ya no estabas en la escuela, la que te acompaña corriendo a comprarle un bizcocho a tu mejor amiga para cantarle en el mismo hotel de Costa Rica (te hablo a ti, Meli). Las que hasta cuando te fuiste del colegio, te aceptaban de vuelta con emoción. Las que te siguen aún y te leen, y aún te recalcan lo orgullosas que están. Las que visitas en tus juegos de baloncesto y le escribes por instagram para que lea tu blog (Hola, Texi.) Las que te empujan a intentar cosas nuevas y casi te obligan a participar en oratoria solo porque ven tu potencial. Las que te hacen querer seguir tu pasión de escribir y te apoyan, las que te hacen sentir en casa hasta cuando estás en los United Estays. De las que te hacen pastelón y arroz con pollo, y te ayuda a recaudar fondos para ayudar a Puerto Rico después de María (porque en tu universidad eran unos racistas estúpidos que te dijeron que no tenían tiempo para PR porque estaban muy ocupados ayudando a Texas). (Nuevamente, shout-out especial para: Ana, Carol, Nilda, Nathbia, Melissa, María R., Texi, Pulli, Diana, VO, and Rellinger– las llevo y llevaré siempre en mi corazón!)

En fin, todas las madres que han estado en mi vida. Todas las que me han hecho sentir como si tengo seis madres en vez de una. Y si soy honesta, todas las quiero, respeto y aprecio porque de una forma u otra, me recuerdan a mi mamá.

Mami, gracias por tanto; hoy y siempre. Te amo, mucho y espero que te guste tu regalo.

EN CONCLUSIÓN, ¡FELIZ DÍA DE LAS MADRES A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO, pero en especial a la mía!

«Otro día», al fin llegó.

El amor es algo extraño. No creo que existan palabras suficientes para describirlo; y eso para mí, es raro. Las palabras tienden ser mi arma, mi entrada al mundo, mi método de expresión, de comunicación… Como nunca dejamos de sentir, por ende, de expresar; nunca existirán palabras suficientes para describir cada sensación, cada sentimiento, cada mirada...

Nunca habrán palabras suficientes para describir cómo me hiciste sentir. Desde un principio, pude sentir el hale, casi magnético. Desde antes de conocerte, estuvo ahí, como si Dios estaba «foreshadowing» mejores días. No sé qué hubiera hecho si no llegabas a mi vida. No sé cómo hubiera logrado… seguir, sin haberte conocido. Conocerte fue como si llevaba estancada en un túnel oscuro y al fin alguien prendió una vela para enseñarme que la salida del túnel, para ir hacía la luz, hacía el camino que anhelaba; estaba al frente mío todo ese tiempo. Conocerte fue escuchar canciones de amor y sonreír porque sabía de lo que hablaban, porque podía relacionarme a los sentimientos que narraban. Conocerte fue que… todas las canciones de amor, inconscientemente, eran dedicadas a ti. Fue sentir que al fin me amarraron bien las cuerdas para irme bungee jumping, como si alguien por fin me dijo (sí, reusando metáforas) ‘»pendeja, estás bien?», luego de años de solo escuchar estás bien pendeja.

Fue entender las películas de amor clichosas, y sentir, por fin, de lo que tanto hablaban en los «rom-coms». Fue comprender que efectivamente, el amor se compone de felicidad, pero también de tristeza, enojo, frustración… tiempo, comprensión, entendimiento… «compromises»... Fue estar consciente, en todo momento, que nada en la vida duraría para siempre, y que cuando lo nuestro acabara; aunque se sentiría como el fin, como si me quedé estancada en el túnel y el tren me cruzó por encima una y otra y otra vez; habría, por lo menos, sido amada de la manera que tanto anhelaba. Un amor incondicional (o bueno, así se sentía), compuesto de confianza y un sentido extraño de entendimiento; una conexión que se sentía planteada por el universo.

Amarte fue, mágico. Fue entender a lo que todos se referían cuando decían que «cuando dejes de buscar, ahí encuentras.» Fue sentir el corazón lleno cuando recordaste que mi sabor de «ring pop» preferido era «Berry Blast«, fue querer llorar de la felicidad después de haber tenido un mal día y llegar para que me recibieras con peluches y dulces, o con cosas que simplemente te recordaban a mi.

Fue confiar en alguien, plena y completamente, por primera vez en mi vida. Fue sentir que quería decirte todo, porque… no sé. Sentía que podía.. y quería que supieras hasta lo más profundo de mí. (Alguien me comentó que hago demasiadas referencias en estos posts, pero no me importa, así que aquí les va otra; era como si ella era Shrek y quería que siguiera pelando mis capas, como si fuera una cebolla). Amarte fue llorar cuando te fuiste, aunque sabía que te iba a ver en menos de una semana; aunque solo te fuiste a 45 minutos de mí; aunque habías pasado el día entero contigo…

Amarte fue entender por qué a las personas les gusta el afecto. Fue aprender lo que es sentirse segura y cómoda en tus brazos. Fue casi necesitar agarrar tu mano cada vez que estaba cerca de mí, fue querer sentirte cerca siempre. Fue alejarme de lo que me hacía sentir mal, pero porque aprendí lo que se sentía bien contigo. Fue alejarme de dónde me sentía menos, o incomprendida; porque me enseñaste lo que era sentirme valorada. Me enseñaste que todo el tiempo que pasé pensando que la que era «rara» o incomprendida era yo, en realidad era que los demás no se esforzaban lo suficiente en escuchar y entenderme, y que todos los pensamientos e ideas que reprimía dentro de mí con tal de no continuar sintiéndome como un fenómeno en mis círculos cercanos, los podía compartir contigo, porque tú sí entendías, tú si me escucharías.

Amarte fue permitirme ser vulnerable y abierta, fue aprender a amarme a mí. Fue desarrollar confianza y aumentar mi auto-estima–y aunque en el momento temía que lo hacía en busca de que siguieras conmigo siempre, me ayudó a mejorar como persona.

Fue querer hacer todo lo posible por verte sonreír. Fue querer otorgarte la luna, sin que me la pidieras. Fue sentir que merecías tanto, mucho más de lo que yo pudiera darte, y que aunque no lograra llegarle ni a los talones a la pareja que quería ser para ti, lograría por lo menos demostrarte que intentaría lo que fuera por serlo.

Del mismo modo… amarte fue aceptar recibir menos de lo que sentía que merecía, y justificarlo con el hecho de que, intentabas darme lo más que podías; pero de un modo distinto al mío, y por eso no lo veía. Fue mandarte 2 y 3 mensajes corridos y sentirme como una loca, por estar hablando sola, y mentirme a mi misma diciéndome que no me afectaba tu silencio. Que cada vez que te reprochaba el hecho de que no contestabas, o que me ignorabas la mayoría del día, me dijeras que estabas consciente de los mensajes. Decirme que estabas consciente de todos mis intentos de, ni siquiera hablarte, de asegurarme que estabas bien. Amarte fue no querer alejarme, aún cuando casi me rogabas que lo hiciera, porque a pesar de que tu distancia se sentía como si poco a poco me clavaban el pecho, no tenerte se sentiría peor.

Amarte fue aceptarte incondicionalmente, sin querer cambiar nada de ti; aún cuando hubo momentos en donde me hiciste pensar que no era reciproco. Era intentar probarte, o proveerte evidencia concreta, de que para mí, eras y siempre serías la única.

Hacerte darte cuenta de que nunca nadie me había hecho sentir del mismo modo que ella me hizo sentir la primera vez que nos agarramos la mano, o nuestro primer beso, o la vez que me besó en el baño de una barra (muy tipo película). Fue aceptar tu incertidumbre sobre estar conmigo cada vez que discutíamos, fue alejarme de cualquier persona que te pudiera causar inseguridades por no querer seguir lastimándote. Fue dar todo de mí, aún cuando sabía que no recibía lo mismo a cambio. Lo aceptada todo–lo bueno, lo malo y lo que quedaba entre-medio, porque te amaba. Porque en mi mente, el amor; o mejor dicho nuestra relación, después que lo «bueno» superara lo mano, (como dirían los niños de hoy día–tengo 23 años, una anciana) estábamos gucci.

Amarte fue… confuso y difícil, frustrante. Amarte fue complicado y desgarrante, fue como si se llevaran mitad de mi corazón prestado y al dejarme, te lo quedaste y ahora no sé cómo rellenarlo. Amarte fue ver poco a poco cómo cambiabas e inconscientemente me tomabas por sentado. Amarte fue ver cómo tu salud mental no te permitía dar más. Fue querer pensar que, sí me amabas, aunque no lo demostrabas de la misma forma que yo. Aunque nuestros «love languages» eran distintos, comoquiera podíamos encontrar una forma de comunicarnos con ellos.

Pero…también… amarte fue un suspiro. Amarte fue el respiro profundo que necesitaba para salir del fondo del oceáno. Amarte fue… paz, fue sentirme suficiente por primera vez en mi vida, fue descubrir cosas nuevas, aprender a manejar de forma distinta las cosas. Amarte fue el empuje a mejorar, por mí. Amarte fue refrescante, casi necesario. Fue aprender cosas nuevas, comer comidas distintas. Fue aprenderme canciones que me alzaban el alma porque me hacían pensar en ti (y que ahora no puedo escuchar sin llorar inconsolablemente). Fue crecer como persona, como estudiante, como novia, como amiga. Fue tener la confianza y la seguridad de salir del clóset en Facebook, fue poder compartir con los demás mi felicidad; porque por primera vez, conocí lo que era la felicidad genuina y plena. Y aunque solo nos duró dos años y medio… siempre la consideraré así. Siempre te recordaré así.

Amarte fue de las mejores cosas que hice y haré en mi vida; y espero que tengas presente que, aunque no estés en mi vida, lo estarás siempre en mi corazón.

Y supongo que tú, mi querido lector debes estar confundido. Sintiendo como si estás leyendo el diario de el extraño a quién se le quedó en Starbucks, como si eres Lizbeth Rodríguez (Infieles en YouTube, buenisimo busquenlo) y ya te dejé revisar mi celular sin recordar los mensajes, fotos y notas vergonsozas que tengo en él.

En una de mis primeras publicaciones (Capítulo 2: Straight, pero con sazón), les dije que otro día les hablaría sobre mi primer amor genuino. Y pues hoy, llegó el día. Y qué mejor manera de compartirla que tipo Tommy Torres en Querido Tommy (escribiéndole una carta a mi amor perdido fingiendo que sé que nunca lo leerá, pero deseando que lo hiciera). Mentiría si parte de mi no anhela que ella lo lea. Que a pesar de que hizo todo lo posible por alejarse (para que esto fuera más fácil, supongo), pueda ver cómo me siento y me sentí. Pueda saber que no tengo ningún tipo de enojo ni rencor, porque ambas cometimos errores y no creo que ninguna de las dos terminó la relación siendo las mismas que fuimos cuando la comenzamos. Para que pueda saber que aún pienso en ella, y la recuerdo con amor y nostalgia… y también con dolor en el alma y en el pecho, pero… pues. Uno sigue adelante y se lleva los recuerdos con uno, no?

Hay tanto que siento me queda por decir, por sentir. Pero como les dije… no hay palabras suficientes. Y miren que las han buscado; desde José Luis Perales diciendo que el amor es llorar cuando nos dice adiós, que es soñar oyendo una canción, a José José reclamándonos que todos sabemos querer pero pocos sabemos amor, porque amar y querer no es igual, amar es sufrir y querer es gozar. El que ama todo lo da, y el que quiere pretende olvidar y nunca llorar. (Y espero que sepas, que nunca podría olvidarte y que aún no dejó de llorar…) Desde Selena Gomez buscando un «loophole» para expresarse y meramente describir sus sentimientos diciéndote que te dedica todas las canciones de amor (I love you like a lovesong, baby) , o Hannah Montana diciéndote que «He could be the one», porque toca guitarra y tiene el pelo largo. Desde la carrera entera de Paulo Cohelo, o los amores trágicos de Shakespeare–nunca habrán palabras suficientes, siempre encontrarán nuevas formas de describir el amor y lo que nos hace sentir.

«Straight, but with Seasoning» (Parts 1&2)

The first woman that I ever liked (or rather, the first that I could admit to myself that I liked ), used me like a dirty old rag that you leave under the kitchen sink because it is all dirty, stinky and broken, but you keep it anyway because it’s the best stain remover. ( As El Chapulín Colorado would say , “se aprovechó de mi nobleza”—literally translates to they took advantage of my kindness.)

The first time someone ever asked me if I was a lesbian was in the tenth grade. For me, it was the biggest insult they could have given me. I wondered what made me look gay; if my obsession with the scene in Jennifer’s Body where Megan Fox and Amanda Seyfried makeout, or the fact that in every casual day I dressed like Justin Bieber Circa 2010 . I don’t know if what affected me more was that they thought I was gay, or if it had more to do with the one who thought it.

Let’s say she was the Serena Van der Woodsen from my school, the Alison DiLaurentis , before she left Elite ; the one who was my best friend in fifth grade and I’d call on my Hannah Montana phone just to waste the last 45 minutes I had left, but then when we got to high school, she ended up being more popular than me and well… distance won. (In the cinematic world of Mean Girls , she would be Regina George and I would be Janis.)

Janis Ian, Mean Girls (2004)

My initial reaction was shock; no one had ever suggested that I was a lesbian (at least not to my face ); proceeded by the Stages of Grief.

» No, they probably misheard her, she was talking about someone else.» ( denial )

“What a bitch”, how dare she? We don’t even know each other anymore.» ( anger )

«Maybe he saw me with one of my boy hoodies on, I should tell her it’s my brother’s or something.» ( Bargaining )

Unfortunately, I only managed to reach that stage on that occasion. I ended up ignoring the fact and swore to prove that I was the most heterosexual person in the world; as if I didn’t find boys disgusting and “wee-wees” didn’t absolutely terrify me. (I have a very complicated relationship with sex, I don’t feel comfortable referring to certain things by name—but that’s a topic for another day) Several months later; I inadvertently hit her on the head with a shoe, convinced myself that she hated me, and didn’t speak to her until college.

(For context: One of my friends had thrown a Karate Kid type kick in our classroom and broke the window. While that was happening; I left the room, dying of laughter, and tried to imitate my friend; without considering that we were idiots who used our shoes as if they were Scrooge’s slippers, and that by imitating her kick, my shoe would also end up flying and breaking something more important than the window—my dignity. Oh, and “Sara’s” head. (Her real name is Carla, but to try to leave some mystery between us.) 

Some time later, for our «psychology» class, they made us choose roles randomly, and we had to present a mini play where we developed our characters. My role, because as you know, the Universe likes to use me as a stress ball, was “someone who is gay and doesn’t know how to tell their parents”. The role of my «father» was given to the one guy swore was the love of my life since like the fifth grade ( until one day I came clean and he literally said I would never be with you ), which only made it worse. When we left the class, I went to one of my friends and told her «I’m a lesbian who doesn’t know how to come out» , and she proceeded to get emotional, hug me and say «I knew it!».

(For the record, it was the same friend who would eventually be the first to find out, officially, that I didn’t like “wee-wees” that much .)

Again, I felt as if I had just been told that my mouth smelled like rotten garlic, or that it looked like I hadn’t showered in a week (for me, the worst insult I can get is about my hygiene. We can psychoanalyze that later). This time there was no justification; this one knew me. This was coming from the friend whose family knew my favorite dishes, from the one that had seen me cry because my outfit did not close (yes, it really happened); this one had seen me in a hoodie and a skirt; in crop -top and in sweat pants . Someone with a deep insight of me… thought I was GAY ?

My mission, then, became trying to be the “bad girl” movie cliché. The mysterious, misunderstood hottie that has commitment issues; but if you get to know her, deeply, you fall in love. The one who is never serious with anyone, but has a bunch of suitors all over the place. (I feel like I’m describing the poetic version of a Wisin & Yandel song , but that’s the vibe I wanted to give—I guess the American equivalent of the vibe I wanted to give would be the poetic version of a Weeknd or Drake song.) 

Anyway, I wanted to be Megan Fox in Jennifer’s Body , but without eating boys (literally).

For reasons beyond my control (probably more related to my physical appearance in high school, further compounded by my low self-esteem), I couldn’t accomplish it my sophomore year. I had to wait until my senior year to have my Brooke Davis era. (S1-S3) in One TreeHill . ( I don’t watch movies, but I watch too many tv shows. )

In part it may have been that in my senior year I was at another high school, and not the same one I’d been in since third grade (at the time, switching schools felt like the end of the world , but now, I can’t imagine a different outcome ). No one remembered me as the weirdo who licked dirt in third grade for a dare, or as the one who was taking antibiotics the first time she drank at a party and ended up throwing up on someone’s trampoline. (Gabriela’s, but again, mystery preservation.)

A new school offered me the gateway to be mysterious, genuinely mysterious because no one knew anything about me. My chance to prove that no kid in my class ever confessed their feelings to me because my personality was too much, and not because I wasn’t attractive. They didn’t know me here, they hadn’t seen my flaws, nor my uncontrollable outbursts of needing attention. 

And indeed, I confirmed it.

I would tell you about the first boy that I came to like after my «father» in psychology, and how on Friday February 12 he asked me for a kiss and swore he didn’t have a girlfriend ( or anything like that) , and on Monday the 15th (when we celebrated Valentine’s Day at school) he sent his girlfriend  a serenade (one of those that the choir and the student council did to raise funds ) where he dedicated Camila’s “Solo para ti” (a song whose literal premise is that he knows he found the love of his life because he doesn’t have eyes for anyone else, but her. LOL.) to the girl he was dating; or that two years later I saw him again at a party, ( and I, who was not in a good place emotionally ), tried to revive the flame, and he was too busy hitting on my best friend but that would be too direct.

I could tell you, then, about when I went to Punta Cana on my Senior Trip and discovered that they indeed found me attractive in other countries, like Chile, Mexico, Ecuador, El Salvador… but my mom reads this, so we better save it for another day . For now, I will tell you about something a little more serious, something that was very difficult for me to write, process, overcome and something that I am still improving on.

I am not going to go into too much depth (not because it is not something important, but because it is another subject of which I can write five double-sided pages on, and I would prefer to leave it for another writing ) nor am I going to dissert a doctoral thesis on femininity and the internal value of women, but I will say that there was a time in my life where I let my internal validity depend on others.

(Now we’re transported back to a Netflix series-type segway, and this is where I give you a flashback that you don’t understand at the moment, but then connects to the rest, I promise.)

[ Trigger Warning (TW): Sexual Harassment ] .

I’m not sure where my insecurity was born, nor what caused the huge hole in my ego that led me to think like this , but I never felt pretty enough to be harassed.

You didn’t misread; I never felt pretty enough to be harassed . I know that’s not something I should think about, let alone share it with the internet; and I don’t want anything to damage this blogger -reader relationship that we’ve developed so far (because I want you  to keep reading and I like to think that everyone likes me ), but I feel it’s necessary to do so for the context of the story, and for you, my dear reader. So that you never think or feel the same as I felt.

I’m not telling you that I’m one of the 3% of women who have never been harassed ( yes. Three. 97% of women between the ages of 18-24 have been harassed at some point in their lives–a topic we’ll go in-depth in later) , nor am I suggesting that when I went out into the street I actively looked for 65-year-old dirty old men to roll down their windows and whistle at me; but when you’re 15 and your friends are more… developed than you, it’s easy to confuse what you want.

I’m telling you that to my virgin teen perspective, who didn’t even have her first kiss until she was 17; the fact that my friends were harassed meant (to me) that they were in their prime. I thought that when men grabbed our assess while trying to leave crowded concerts, it was a compliment. Or when a group of men surrounded me and started saying “KISS! KISS! «In the middle of a bar ( although I didn’t know any of the ones surrounding me, much less the one they wanted me to kiss) , it meant that I was so hot that men had to use their friends as an excuse to make the first move ” .

I know what you’re are thinking, I think it too when I look back. I was a an idiot (in Spanish I say pendeja, but I don’t like to curse) and if I could go back in time, I would go to my younger self, slap her, give her a hug, and tell her to GET IT TOGETHER, bestieI would reiterate how awful it feels to be harassed, how awful it can be… being a woman, and how awful it will be when she realizes all the times she’s been harassed, and because of her insecurities, she let it go as if it was normal. . (Although, of course, it was never my fault, which was something I had to learn later. It’s never your fault if you get harassed.) I would tell her that her value comes from her, and that she will realize how much she is worth a little later in life (and that she’ll have to spend a lot of money on psychologists and therapists, but at least she will know what she is worth ).

(Anyway, we’ll go into more of this later. For now, I’m coming back from the flashback to explain why I told you all this.)

So let’s jump to when I went to college. In United States. With Gringos. ( Not that I have anything against the US, (although…) but if you have seen a single American teen movie or series like Blue Mountain State , Greek , Euphoria … I can tell you that they do seem to be based on real events.) My fantasy of starting from scratch, of fully vindicating myself ,became an option and now the » bad-girl « phase would become something more real, more viable.

(Blue Mountain State)

Indeed, being a Latina in a town where the most they had seen of «Hispanic culture» was the Taco Bell at the end of the street, was good for my self-esteem. I completely ignored how empty I felt after a night talking to a Brad , or how uncomfortable I felt the time I kissed a Conrad (Brad doesn’t exist, but that one does), I didn’t care that I didn’t feel full nor empty; I was “flowing” (or at least I thought i was).

Until one day, while I was studying for a math test at my university’s Starbucks (that is, a coffee shop in the middle of nowhere they bought a bunch of cups with the Starbucks logo), I met her. (Yes, the one I told you about at the beginning, the one who treated me like a dirty cloth, that one) .

She stood in front of my table and, although she was only keeping eye contact with me, she was talking to my two classmates with whom I was studying with. The first thing she asked me, when he finally turned to me, was, “are you bisexual?» (Which left me…)

I think that when I tell this story, nobody understands the importance that I am trying to give to the fact that she asked me if I was bisexual. If we rewind to the beginning, we remember that I said that “the first time someone thought I was a lesbian, I felt offended”. Looking back now, it was probably because of my internalized homophobia (the frustration one develops when realizing that what makes you feel good isn’t «normal») that I developed as a defense mechanism.

( For context: In psychology, there is a defense mechanism of which we see examples daily, known as reaction formation. Wikipedia says that it is “any behavior, attitude or habit that goes in the opposite direction of a desire repressed.» I, who try to explain it to you in my own way, tell you that it is the stereotype that we see everywhere of the abuser, homophobic alpha-male that we later find out has actually been gay all his life and the anger he feels comes from feeling misunderstood.(I mean, Adam from Sex Education , Nate from Euphoria , Karofsky from Glee…) In my case, my negative projection was putting Logan Lerman as my phone’s background and every time I commented on the appearance of any woman, I accompanied it with a #NoHomo.)

(Physical Representation of me saying NoHomo)

I was puzzled when she asked me. No one had ever asked me if I was bisexual. To my repressed identity; that was scared and in a fetal position,  hiding in an empty and dark closet, already running out of water and rationing food; it felt more valid. Bisexual would imply that I like men meaning I’m “normal”), but from time to time I could admit that I would let Megan Fox stick gum in my face (I don’t know). It implied that I am straight  but with seasoning. My search for validation and feeling conventionally attractive could be expanded. Why let only the Brads and Chads give me validation, when Sarah and Jessica could make me feel the same way? Obviously, all this analysis happened internally and in half a second; so I didn’t reply to her right away.

I proceeded to ignore the question and continued studying for College Algebra. Once my friends left, she came back to my table, sat next to me and asked me if I didn’t answer her because I didn’t want to or if it was because I didn’t know. I replied both.

What followed that day was a lot of FBI-type investigations to see if I could discover her full name, and see her on her friend’s stories (well, the ones we had in common ), to see where she was. ( You know, not to stalk her, but so I could accidentally run into her .) It was followed by developing a very strange sexual tension; like if Tom & Jerry decide they’re gay, but they can’t be together because Jerry keeps making Tom want to smash his head with a mallet.

What followed was that, admitting that I had feelings for her led me to confess to my friends that, indeed, they were right but not 100%). What followed was that the repressed identity that was hiding and rationing food, managed to get out and try to interact with the world after spending 18 years being pushed into the closet every time it tried to come out.

What also followed was her looking for me and looking for excuses to talk to me—which were usually related to her drinking too much and deciding to text me. What followed was her talking to me everyday while I was home for Christmas, but once we got to college, I found out she had a girlfriend.

What followed was them breaking up, and her coming looking for me like a Rom – Com from the 2000’s, entering my dorm’s lobby to give me a kiss and leave, without saying anything ( yes, it really happened) . What followed was me confessing that I liked her (because the first time I didn’t and she claimed that that was why she found another girlfriend) and her leaving me in Read . What followed was her finding another girlfriend, but this one, she was unfaithful to with me ( which is not something I’m proud of, but I didn’t judge Cassie in Euphoria because I was Cassie in Euphoria (S2 Cassie—S1 we love her) ) .

Once they broke , I thought then we had a chance . I was wrong.

Later I found out on Twitter that, again, she was starting to talk to some other girl. Eventually, she got kicked out of college, but we kept talking.

I won’t go into too much detail about our » relationship » , I’ll just tell you that it was a year of feeling like trash 95% of the time, for thinking that the remaining 5%, that was positive (when I wanted it to be) , was worth it. A year of her having two and three girlfriends, all while still talking to me and treating me like her partner. A year of her being able to tell me that she loved me, and calls where she fell asleep because my voice gave her peace , and yet; she never wanted to be with me

[TW: Su*cid*]

When I finally had enough willpower to tell myself that I deserved better, and be done with her; she sent some worrying messages…, hinting that she would hurt himself I proceeded calling the su* cide hotline (where they put me on HOLD for like 20 minutes) and seeing what I could do about it.

(Apparently, the hotline is for people battling mental illness and in need of someone to talk to for a while—anything more serious than that, they’ll refer you to 9-1-1 .)

(If you ever need emotional support of this kind, you can call 1-800-273-8255 . My emails and social networks are always available too. Don’t sink in a glass of water, call someone to help you up to realize that the water is actually rather shallow.)

She stopped answering my messages and calls went straight to her voicemail . I texted her once more; letting her know that if I didn’t hear from her, I would have to call the police as a preventative method. She replied to please not. That she was fine. 

I didn’t hear from her again until almost a year and a half later, when she wrote to me again and I only replied because I thought she would give me closure .

She wasn’t interested in that. She told me that she had changed and improved , that her life had no meaning without me and that now she would know how to value me because I was one of the best, if not the best, things that happened to her. ( I’m not saying this to boost my ego—she genuinely said all that. )

I replied that what I was looking for was “ closure ” and I stressed that I was not ignoring her, but that I did not know what to say…. I unconsciously lied.

I never answered her. I got a text from her on Valentine ‘s Day and proceeded to block her again.

A year later, I met the love of my life. (Who is no longer in my life, but well … she was the love of one of my lives.) I met someone who taught me to value myself and be independent, even when I was in a relationship. Someone who for the first time said to me “you psychoanalyze everyone, but who psychoanalyzes you? ” (I felt as if everyone always asked me where’s perry?”,and finally someone asked “how’s perry?”)

And although after three years we realized that we work better alone, I don’t regret anything. (We will not elaborate much on this, since it is recent and it was one of the things that pushed me to start writing publicly—the best masterpieces are born from sadness, right ? )

(Another day I will tell you how amazing she was and how that was indeed my first genuine love. Another day I will tell you how much her presence brought me peace, and how she helped me grow as a person, but for now… )

(Part 3 will be out soon!)

No lean esto.

Sé que no le harán caso al título, pero se vale un intento de convencer a mi subconsciente de hablar sobre esto sin querer desaparecer por 7-10 días, laborables o sin querer tirar mi celular al océano y seguir sus pasos después.

¿No les pasa que… sienten algo, que no quieren sentir, pero que siempre está presente; así que lo tratan de enterrar y enterrar en lo más profundo de su ser para ver si ahí, en el fondo del abismo de tu cerebro, se pierde o se desvanece—pero termina no siendo así, termina siendo como un volcán, donde la presión continúa aumentando interna y silenciosamente, hasta que explota?

(…¿No? ¿Solo a mí?… Oka.)

Eso, es lo que está ocurriendo dentro de mí actualmente y, aunque usualmente continuaría siguiendo enterrándolo sin importar cuán horrible sea la explosión, no creo que estoy ni en una etapa de mi vida donde esté … emocionalmente estable y no creo que quiera ni pueda manejar las repercusiones que le seguirían a la gran explosión de Mount Paradojitis. Por suerte, para eso están ustedes. Para eso, creé esto.

Déjenme explicarles entonces—sino por darles una imagen más clara del por qué decidí compartir mis secretos más profundos con el mundo, por justificarme a mí el hecho de que, efectivametente… estoy compartiendo mis secretos más profundos con el mundo—por qué siento que es necesario que comparta estos sentimientos con ustedes, de una manera que ambos podamos comprender.

En el episodio Greasy Buffoons (S7E12) de Spongebob, Mr. Krabs se da cuenta de que su «grease trap» se está desbordando, y siendo lo maceta (tacaño/duro/»cheap») que es, decide no disponer de la misma de forma apropiada, sino que va detrás del Chum Bucket (el restaurante que es su competencia, el de Plankton—si les tengo que explicar cosas básicas de Spongebob, no entiendo que hacen aquí, pero lo hago comoquiera porque pues. Los quiero.) y vacía toda la grasa acumulada en la parte de atrás. La mañana siguiente, cuando Plankton se levanta a sacar la basura, se resbala en la grasa y se percata de que esta sustancia pegajosa y apestosa, sabe deliciosa. Y en otro intento desesperado de sobresalir culinariamente, usa este «regalo» que le llegó para atraer clientes.

En fin, termina siendo exitoso y resulta en una guerra de quién le puede alimentar más grasas tóxicas a sus clientes. A lo que voy—Mr. Krabs en realidad buscaba disponer de su grasa (metafórica para efectos nuestros pero literal para el episodio) por beneficio propio. En una búsqueda egoísta de facilitar su vida, sin tomar en consideración cómo afectaría a los demás, inconscientemente beneficia a su rival.

Aunque ustedes no sean mis rivales y mi grasa metafórica sean sentimientos (que me persiguen como si estuviera nadando con tiburones y de la nada caigo en regla), intento decirles que, aunque este instante de compartir mis emociones sea parcialmente egoísta, y un intento de mi parte para desenterrar la presión acumulada y evitar la explosión del volcán, puede que se beneficien de la misma. (Supongo que un ejemplo más fácil hubiera sido decirles que les cuento esto para establecer un tipo de relación simbiótica mutualista, donde ambos nos beneficiamos mutuamente, pero había decidido no pasar el trabajo de buscar cómo se llamaba el término científico (mutualism) (y comoquiera terminé buscando eso + el nombre del episodio de Spongebob…). Además, se escucha demasiado simple y busco alargar esto para que se aburran y dejen de leer. (risa malévola)

Supongo que ya, al establecer esto, puedo hablarles entonces sobre esta… experiencia, llamémosle, que me atormentó (y mentiría si digo que no continúa atormentándome) por mucho tiempo, y pienso que gran parte de eso fue el peso que conllevaba sentir que era la única que había llegado a sentirse así; al ir creciendo y viviendo distintas experiencias (bueno, en realidad… viendo muchos Tiktoks acerca del tema), aprendí que era una experiencia algo común (por lo menos en la comunidad LGBT+, o sea, en el lado gay de Tiktok…) y una que… siempre he querido compartir.

Una que siempre he sabido formaría una parte casi fundamental del libro de mi vida. Una que, de hecho, en parte es en lo que se basa la serie ficticia (basada en mi vida—o en la adaptación de mi «memoir») que me imagino mientras me baño y la que me hace sentirme como su parásito mutualista (en compartir esto con ustedes, espero poder ofrecerles algún tipo de guía o consejos, un tipo de comfort en que sepan que (1) no están solos en estos sentimientos (2) suele pasar más de lo que quisieramos y en realidad está fuera de tu control y (3) en que, eventualmente… estarán bien. (Yo todavía no pero, ustedes sí.)

No sé ni cómo decirlo, así que seguiré dándole vueltas metafóricas a mi punto. (Bare with me. Nunca he compartido algo… así con el mundo, pero es necesario para mi experiencia escritoresca.)

En el 2014, siguiendo el éxito de Awkward, MTV sacó una serie llamada Faking It. La serie, se basa en dos mejores amigas (Karma & Amy) que van a una escuela distinta, dónde ser diferente es lo «cool». Luego de que en una fiesta piensan que son pareja, las nominan para Prom Queens, (Karma) lo ve como una oportunidad de ser popular (y de entonces, tirarse al muchacho más popular de la escuela por el lado—Gregg Sulkin, el que hizo de Werewolf Mason en Wizards of Waverly Place, no sé en que otras cosas sale). Amy, dudosa, acepta fingir ser novias por complacer a Karma, pero en el desenlace de todo, descubre que sus sentimientos por su mejor amiga no son falsos y que la única fingiendo sus sentimientos era Karma. No les contaré la serie entera (aunque solo hayan sido tres temporadas), pero estoy tratando de decirles que… yo me identificaba mucho con Amy. (Espero que entiendan lo que intento decir porque no creo que pueda escribirlo concretamente, pero aunque nunca tuve una relación falsa (porque mi vida solo parece ser una película o de horror o de drama, no hay un in-between) con nadie… me identificaba con Amy.)

Todos se dieron cuenta antes que yo, lo que lo hizo más confuso aún. Aunque en el momento no sabía lo susceptible que es el cerebro a recursos externos, sean reales o no, siempre permaneció la duda de que la idea de que esos… sentimientos existieran (sí, lo dije bien. «la duda de que la idea«), en realidad había nacido de los demás y mi cerebro—para justificar el peso que cargaba en el pecho, para concretizarlo a ver si entonces se desvanecía o podía lograr soltarlo—lo aceptó. Al aceptarlo, se siente real aunque no lo sea, necesariamente.

Busqué toda manera de justificar mis sentimientos. «Nunca he tenido una amistad así, estoy confundiendo mi afecto.» (Siento que esta metáfora solo tiene sentido para… ti.) «Efectivamente, no es Juan, es Pedro.» Y la batalla constante que le siguió decidir por quién latían mis mariposas internas. (No eran por Pedro.)

Pensé que estaba proyectando mis deseos peliculistas, y que los sentimientos nacían de la añoranza de tener una relación aún más profunda con alguien más y pensar que sería imposible que cualquier otra persona pueda entenderte, conocerte, o hacerte sentir del mismo modo que… ella. Pensar que la paz y la comodidad que sentía (que en realidad siempre fue ficticia porque no recuerdo una sola vez dónde las mariposas en mi estómago y en áreas… inferiores no se hayan ido en un viaje de Monster Energy y hayan tratado de explotar fuera de mi—literalmente, vomitaba mucho. Y si algo he aprendido en el camino hacía mi pre-pre-quarter life crisis es que mi estrés y mi ansiedad se proyectan en mi estómago) al estar juntas nunca se compararía con estar con ninguna otra persona, o que nadie más sería capaz de saber tanto de mí y seguir aceptándome.

Mis sentimientos me traicionaron y buscaban hacer todo lo posible por torturarme de la peor forma. Romantizaban esta idea de que, iba a mágicamente lograr un Reik y lograr ser no solo su mejor amigo y el pañuelo de lagrimas, de amores perdidos; sino lograr ser ese por quién te desvelas y te desesperas, como si logras ser su llanto (ya saben, ese que viene de tus sentimientos). Mis sentimientos ponían a esta persona en un altar, como si genuinamente fuera la última Coca-Cola del mundo (sufro de adicción severa al refresco, si solo quedara una en el mundo creo que la glorificaría y me tomaría una gota diaria), y me hacían pensar que, nadie nunca iba a conocerla tanto como yo, por tanto— nadie, nunca, la iba a valorar y aceptar del mismo modo que yo, sería imposible.

Mis sentimientos… mi mente, mi corazón… todo, se irrumpía diariamente al pensar que si de verdad la amaba, la debería dejar ser feliz. Si de verdad la amaba, aceptaba que no era mutuo, que solo era una amistad profunda, distinta a cualquiera que había conocido y solo al aceptar eso podría seguir adelante con la amistad de una manera saludable y no casi posesiva—celando y sobre analizando cada vez que salía con parejas y no conmigo —o que me dejaba sola por estar con su pareja; aceptaba que solo sería una amistad y aunque existiera la posibilidad de que no lo fuera, aún así no la tomaría porque, ¿quién pondría en riesgo una amistad tan… genuina?

¿A quién se le ocurriría perjudicar una amistad que casi concordaba con mi fantasía de amistades tipo serie (donde yo soy la amiga rebelde que básicamente vive en casa de la protagonista (Lily de Hannah Montana, Sam de iCarly, Harper de WOWP, Chelsea de That’s So Raven, etc.) y mi contraparte es la mejor amiga que me comprende y me tranquiliza y que, no importa que, al final del día (o bueno, de los 21 minutos del episodio), estaremos bien)? ¿Quién pondría en riesgo el equivalente de la Cece de su Jess, el Timón de su Pumba, el Shrek de su burro?

Spoiler Alert:

(Spongebob Squarepants S2E14)

Bueno, aunque técnicamente, no fui yo. (Éramos un trío (los grupitos de tres nunca funcionan, si tienen uno, corran antes de que sea muy tarde. O añadan un cuarto) y la otra se percató de que me dolía demasiado cuando hablábamos de parejas, o bueno… cuando ella hablaba de parejas. Cuando no me quedó de otra que confesárselo, cometí el error de dejar la evidencia en mi teléfono y pues… eventualmente todo se sabe, no? )

Siendo completamente honesta, yo hubiera preferido continuar sufriendo en silencio. Escondiendo y enterrando mis sentimientos y fingiendo que a mi corazón no se le salían pedacitos todos los días, era más fácil que enfrentar la realidad. Era más fácil que tener que manejar las repercusiones que le seguirían a la verdad.

Era más fácil continuar sufriendo en silencio porque siempre sería un amor no correspondido, que tener que cargar con el peso de saber, o supongo.. de pensar que nunca podría ser la amiga «cheerleader«. Nunca podría, genuinamente, emocionarme por los desenlaces románticos de ella, ni darle consejos positivos sobre el próximo que viniera a menospreciarla—pensaba yo, verdad.

Era más fácil permanecer guindando sobre el risco del no saber, sosteniéndome solo de una pequeña rama de fe que estaba apunto de romperse—mi forma poética de decir, pensar que era un amor que nunca sería correspondido era mejor que confirmarlo.

La palabra clave, aquí, siendo confirmar. Ella saber me quitaba mi ramita de fe y establecía si, (1) efectivamente no estaba loca y el sentimiento era mutuo y lo que le seguiría eran muchas conversaciones de cómo hacer que algo… así funcione, o (2) si todo este tiempo la fe que me sostenía fue creada por mi propio ego en un esfuerzo de no derrumbar por completo la torre de Jenga de mis sueños.

El ella saber le abría la puerta a muchas conversaciones incómodas—fuera la que fuera su respuesta, una vez llegó a saber, era casi inevitable que… nada sería igual después.

Una carta a ustedes, supongo. <3.

Esta debe ser la undécima o duodécima vez que me siento a mirar un papel virtual, buscando vaciar el cubo de pensamientos que invade mi cerebro en el momento, buscando cómo sanar los tijerazos que el universo continua dándole a las cuerdas sosteniéndome en el planeta, orando que una solución para dejar de despertarme ansiosa todas las mañanas en la madrugada se aparezca mágicamente, como si le dejara a Dios o al fantasma del gato de mi vecino un canvas vacío, una ouija moderna que les permite iluminarme el camino hacia la sanidad. Y aún así, al intentar obligarle a mi mente y a mis manos a sentirse escritorescas (con tal de no sentir ganas de pegarme un ti—*cough* de no sentirme como una… homicida personal), no encuentro ningún deseo ni intención de escribirles sobre mí.

Últimamente, el peso de la vida se siente más real, más profundo. No sé si sea la adultez, la depresión, que la luna está en Mercurio, o si es que simplemente estamos en tiempos difíciles todos; pero el universo esta como extra welebi—. Ya no siento que voy bungee jumping para restrallarme; se siente como si voy nadando en un océano—inmenso y profundo; de los que te hace querer tener luz en exceso con tal de siempre ver tus pies y lo que vive debajo de nosotros—y que cada vez que intento subir a la superficie, cada vez que intento salir a exhalar aire fresco y no el del tanque enganchado a mi espalda, algo me agarra por los pies y me hala hasta el fondo… una y otra y otra y otra vez.Mi miedo… es que siga ocurriendo hasta que el tanque de oxígeno se agote y eventualmente no tenga… las fuerzas, de seguir intentando subir. Que el peso sea tanto que simplemente me deje caer, me deje llevar por la corriente a explorar el 80% de los océanos que nos faltan por recurrir. Y aunque sí, para mi escribir es terapéutico, al sentarme aquí no encuentro el interés ni el deseo de hablarles de mí, ni de compartir la bolsa de pensamientos que me hala hacia el fondo, no busco soltarles el peso inmenso que me sigue halando los pies; prefiero hablarles de otras cosas, de escribir sin propósito ni sentido, como la vida, y ver que sale.

Me disculparía por el hecho de que nada de lo que le siga a esto tenga mucho sentido, pero en este punto de nuestra relación, ya deben estar conscientes de que yo rara la vez tengo sentido. (BTW, me disculpo por desaparecer por un mes. Les juro que intentaba escribir y escribir y… nada. No se si era la presión que me puse a mi misma, de querer solo seguir aumentando sus expectativas (sí, las de ustedes, mis lectores. Esto es… para ustedes, en realidad. Por mí, pero para ti) y no decepcionarlos o aburrirlos; o si es que el diablito de la ansiedad está bloqueando mis habilidades escritorescas con tal de aislarme del resto del mundo.)

No he completamente psicoanalizado mi necesidad de proveer evidencia para las cosas (en forma de memorias específicas que le hacen creer a la gente que tengo buena memoria), aun cuando no me lo piden ni les he dado razón para no creerme, PERO; durante el tiempo que estuve MIA, intente ser Buzzfeed y hacerles una lista de 10 peliculas y series poco comunes, de las que, si he visto, que les recomiendo. Y les describía la película y le daba un rating, y los asociaba a otras series/películas, pero pues… (1) No me sentí lo suficientemente cómica como para poder ser Buzzfeed exitosamente (2) No he visto suficientes películas como para recomendarles otras similares. Intente después hablarles de mis teorías de Spongebob; de como el creador, como biólogo marino, basóla serie como si fuera tipo The Office, pero un nature documentary (que creo ya les habia llegado a mencionar), pero iba a profundizar en ella y ofrecerle evidencia concreta de la misma, pero pues

El único pensamiento que me consumía era, a quien, a parte de a ti, le va a interesar un análisis profundo de Spongebob, y pues… nunca logro terminarlo. Intente entonces hablarles de mi relación con la religión, y de una intentar integrarles la disonancia cognitiva (que es una manera fancy y psicológica de decir que nuestro cerebro justifica nuestras acciones a nuestro favor, siempre, por mas que intentemos de que no o queramos pensar que no). Comencé a contarles sobre mi experiencia en un retiro religioso (top secret—confidencial, que no les puedo contar nada porque sino los tendría que matar jajajajajaja…. Enserio.) de tres días, donde el segundo día por la noche preguntaron quien todavía no había sentido la presencia de Dios y las únicas dos que se levantaron fuimos yo y otra muchacha, y de cómo eventualmente me di cuenta de que una línea en la película Easy A tuvo más efecto en mi relación con Dios que ese retiro—y que no dejarme llevar por los métodos convencionales arcaicos de la religión me otorga la libertad de desarrollar mi propia relación con Dios; una donde no lo veo como alguien que castiga a su prójimo, ni que odia a los gays o que me va a mandar al infierno por la vez que le contesté a mi mamá después de que me dijo que no le contestara; lo veo más como… no sé, un Amigo. Alguien que vela sobre mí y me escucha de vez en cuando y si llegara a necesitar una manera urgente de exhalar… ahí estaría.

Lo más concreto que llegué a escribir, que me emocionó porque pensé que nuevamente había encontrado inspiración y musa (después de acabar la serie Dickinson en AppleTV+, véanla. La protagonista esta buenísima—digo, la serie. La serie esta buenísima. (Hailee Steinfeld if you ever read this,  im free on Thursday night and would like to hang out. Please respond to this and then hang out with me on Thursday night when I’m free, on Thursday night. When Im free), fue que encontré un libro sobre las historias (The Science of Storytelling, de Will Storr) y el escritor logra concretizar y validar la importancia de las mismas usando bases científicas, psicológicas e históricas. Le dio validez a mi lado escritoresco y, al mismo tiempo, sufri el trauma de ver el ultimo episodio de la serie Killing Eve (si, Así de malo estuvo y no soy la única que lo piensa. Adjunto la evidencia.) y me ayudo a darle validez al hecho de que (todavía, una semana después) no puedo ver escenas del episodio sin llorar. (Y no digo esto lightly, yo no lloro. No les estoy diciendo que me da sentimiento, o que se me aguan los ojos—no, lloro. Lloro como si estoy viendo la escena de Dos Oruguitas en Encanto por primera vez, o si nuevamente estoy sentada en una sala de cine en el 2008 viendo como Owen Wilson se despide del mejor actor canino que he presenciado, en Marley & Me. Lloro como si el final que le dan a los personajes es el mismo que me tocara a mí.)

Source: @holyorchard (twitter)

Logre irme en un viaje profundo sobre como mi tendencia de evitar ver películas nace de esta tendencia extraña que tengo de sobre relacionarme con los personajes, al punto que desarrollo esta añoranza, casi una necesidad de que terminen bien. O si no bien, con un final que me gustaría para mí. De como ciertas películas, de las que tratan de terminar con un final distinto al que uno usualmente esperaría, requieren tres a cinco días laborables para procesarlas emocionalmente, porque es como si vi mi vida entera (o por lo menos, los próximos 10 años de ella) en una película de hora y media, y necesito tiempo para procesarlo. Les hablo de como pienso que los medios de entretenimiento deberían ser un escape de la realidad, de otorgarnos a nosotros—los mortales propensos a los tijerazos (negativos…porque pues… tijerazos de otros lados son bienvenidos. Hailee, I’m free on Thursday if you want to hang out on Thursday.) del universo—la oportunidad de exhalar y despejar la mente. De hecho, escribi que;

Podamos, por ya sean treinta minutos o dos horas y media, olvidarnos de nuestros problemas y podamos enfocarnos en los de personajes ficticios. Que podamos no pensar en lo que tenemos que terminar para el trabajo, o en si deje o no la estufa prendida, que no tenga que pensar en cómo voy a pagar por la vez que choqué el carro de—*cough*; ya saben, problemas que nos consumen a todos; y podamos pensar en cómo Robert Pattinson va a lograr estar con Catwoman (no la he visto, pero quiero), o en lo cómico que fue que Bella genuinamente sintió que el “It” boy misterioso de la escuela pensaba que ella apestaba y ella comoquiera se enamora perdidamente de él.

“Y no es que quiera que todo siempre sea un escape feliz, y que en todas las películas veamos la misma estructura de conflicto donde, no importa lo que pase, al final del día, el mundo va a ser color de rosa y felicidad—y llueven flores. No. Estoy clara que a veces, el escape que uno necesita es ir a una sociedad distópica en donde, una vez al año podemos hacer lo que nos da la gana por 24 horas; o a veces necesitamos pensar en cómo sería la vida si nos tuvieran que dividir por distritos y mandarnos a pelear por comida (no sé, tampoco la vi… na, embuste, esas sí. Genuinamente no recuerdo por qué es que se van a los juegos).

Sé también que a veces no necesitamos un escape, sino una perspectiva distinta. Y que las películas que tienden a reflejar la sociedad real, o a narrar historias con finales… no felices, a veces nos ayuda a ver nuestras situaciones de otra manera y tal vez, nos ayuda a salir adelante (o sea, que se relacionen a los personajes, de modo saludable (a diferencia de mi), y logren proyectar sus problemas en ellos para así tomar ideas de cómo superarlo).

Sin embargo, también estoy consciente de que muchas de las series que más me han gustado, han sido victimas de malos desarrollos en sus historias, de escritores que parecen no saber como concluir sus historias (dice la que nunca sabe cómo concluir ni una salida con mis amigos), o de que terminan perjudicando el desarrollo de sus personajes y narraciones, por “shock value” o por intentar integrar elementos que estén “trending” al momento—que aunque no le sirva de nada al desarrollo, tener ciertos elementos aumenta vistas, así que, por qué no?

Luego, citaba al tipo que escribió el libro que les dije, porque el dice que,

“We beetle away happily… with the fact of the void hovering over us. To look directly into it, and respond with an entirely rational descent into despair, is to be diagnosed with a mental-health condition… The cure for the horror is story. Our brains distract us from this terrible truth by filling our lives with hopeful goals and encouraging us to strive for them. What we want, and the ups and downs of our struggle to get it, is the story of us all. It gives our existence the illusion of meaning and turns our gaze from the dreadThere’s simply no way to understand the human world without stories. Stories are everywhere. Stories are us. It’s story that makes us human. Recent research suggests language evolved principally to swap ‘social information’ back when we were living in Stone Age tribes… Stories about people being heroic or villainous, and the emotions of joy and outrage they triggered, were crucial to human survival. We’re wired to enjoy them.”

Will Storr, «The Science of Storytelling»

En otras palabras, que cualquier persona que llego a decirme que ser escritor o que contar historias no era esencial, (me puede mamar el b—*cough*)… estaba erróneo.

Sin embargo, nunca logro terminar mis ideas. No logro concretizar el mensaje que quiero transmitir. No logro sentir que mis habilidades escritorescas son lo suficientemente poderosas como para lograr entretenerlos al hablarles de cosas que no son de interés general, de las cosas que la sociedad (mía, por lo menos) me ha condicionado a pensar solo me interesan a mi así que tengo que buscar maneras creativas de explicarlo. Es como el anuncio de Chef Boyardee donde el chef les guiñaba a los papás porque ahora contiene 2% de vegetales. Por tanto, tu hijo es feliz (ustedes están entretenidos leyendo mis rants incesantes de todo y nada donde intento compartir los 70 pensamientos que están entrando en mi cerebro a la misma vez) y tú como padre te sientes más tranquilo dándole su dosis diaria de Chef Boyardee a tu hijo sin sentirte culpable porque por lo menos está consumiendo 0.01% de brócoli sintético (o sea—duermo con la tranquilidad de pensar que efectivamente leyeron algo que posiblemente no les apasiona a ustedes, pero a mi si, y logre transmitir esa pasión de tal forma que no se aburrieron o decidieron darme “unfollow”). Y aun así, no creo que le llegue ni a los tobillos al Chef Boyardee metafórico de mi mente.

No se. Mi inspiración viene y va últimamente, se me hace difícil silenciar al diablito metafórico que se me sienta en el hombro izquierdo. PERO, no se preocupen. Mi psicóloga me esta ayudando, y una de las asignaciones que me dio fue escribirles cartas a las personas, por… distintas razones, pero pensé comenzar con ustedes.

Aunque Freud Jr. (el diablito de mi hombro, le puse nombre) intente hacerme borrar esta página con todo, o me hace dudar de mis habilidades, o pensar que mis palabras no tienen poder; ustedes han estado ahí. Genuinamente, recibir mensajes de extraños diciendo que se relacionan a lo que cuento, o que lo disfrutan, o que lograron reflejarse ustedes mismos en mis palabras; me llena el corazón de una manera inexplicable y me hace querer seguir luchando por este sueno que tengo desde que tengo memoria, y de lograr impactarlos del mismo modo que otros me han impactado a mí. De establecer una relación virtual y metafórica, pero donde sientan que me conocen y yo a ustedes, donde pueda proveerles ese confort que anhelan, ser para ustedes la persona que, en mis más bajas, añoraba tener a mi lado. Lamento no poder ofrecerlos nada concreto, me disculpo por desaparecer por un mes. Gracias por seguir aquí, espero poder… concretizar mis pensamientos próximamente y darles mejor contenido.

Por ahora, como diría Squidward;

Capítulo 2: «Straight», pero con Sazón

Previously on «Paradoja Neurótica»…

Hasta que un día, mientras estudiaba para un examen de Matemáticas en el Starbucks de mi universidad (o sea, un coffee shop pero que compraron muchos vasos con el logo de Starbucks), la conocí. (Sí, a la que les dije al principio, la que me trató como paño sucio, esa)...

(Imagínense que aquí va la canción del intro y sale el título)

Se paró al frente de mi mesa y aunque solo mantenía contacto visual conmigo, le hablaba a mis dos compañeras con las que estaba estudiando. Lo primero que me preguntó, cuando al fin se dirigió a mí, fue, «are you bisexual?».

(Yo quedé, así:)

Creo que cuando cuento esta historia, nadie entiende la importancia que estoy tratando de darle al hecho de que me preguntó si era bisexual. Si hacemos un rewind al principio (al Capítulo 1), recordamos que dije que «la primera vez que alguien pensó que yo era lesbiana, me sentí ofendida». Analizándolo bien ahora, probablemente fue por mi homofobía internalizada (la frustración que uno desarrolla al darse cuenta de que lo que te hace sentir algo positivo no es «normal») que desarrollé como mecanismo de defensa.

(Para contexto: En psicología, existe un mecanismo de defensa del cuál vemos ejemplos diariamente, sin fijarnos, y se conoce como formación reactiva. Wikipedia dice que es «cualquier comportamiento, actitud o hábito que marcha en la dirección opuesta a la de un deseo reprimido.» Yo, que te lo trato de explicar a mi manera, te digo que es el estereotipo que vemos en todas partes del abusador, macho-alfa homofóbico que después nos enteramos en realidad ha sido gay toda su vida y el enojo que siente nace de sentirse incomprendido. (O sea, Adam de Sex Education, Nate de Euphoria, Karofsky de Glee…) En mi caso, mi proyección negativa era poner a William Levy de fondo de pantalla y cada vez que comentaba sobre la apariencia de cualquier mujer, lo acompañaba con un #NoHomo.)

Representación gráfica de yo diciendo «no homo».

Me quedé perpleja cuando me preguntó. Nadie, nunca, me había preguntado si era bisexual. Para mi identidad reprimida; que estaba asustada y en posición fetal escondiéndose en un clóset vacío y oscuro, quedándose ya sin agua y racionando la comida, se sentía más válido. Bisexual implicaría que me gustan los hombres (o sea, soy «normal»), pero de vez en cuando podía admitir que dejaría que Megan Fox me pegara un chicle en la cara (No sé). Implicaba que soy «straight» pero con sazón. Mi búsqueda de validación y de sentirme convencionalmente atractiva se podía expandir. ¿Por qué dejar que solo los Brads y Chads me dieran validación, si Sarah y Jessica me podían hacer sentir igual? Obvio, todo este análisis ocurrió internamente y en medio segundo; así que a ella no le respondí nada al momento.

Procedí a ignorar la pregunta y a continuar estudiando de College Algebra. Una vez mis compañeras se fueron, volvió a mi mesa, se sentó al lado mío y me preguntó que si no le conteste porque no quise o si era por que no sabía. Yo le dije both.

Lo que le siguió a ese día fueron muchas investigaciones tipo FBI a ver si descubría el nombre completo de ella, y ver stories de sus amistades (bueno, las que teníamos en común), a ver dónde estaba. (Ya saben, no por stalker, pero para poder encontrarme con ella accidentalmente). Le siguió desarrollar una tensión sexual muy rara; como si Tom & Jerry deciden que son gay, pero no pueden estar juntos porque Jerry sigue haciendo que Tom quiera aplastarlo con un martillo de muñequitos.

Le siguió que, admitir que sentía algo por ella me llevó a confesarle a mis amistades que, efectivamente, tenían razón (pero no al 100%). Le siguió que la identidad reprimida que estaba escondida y racionando comida, logró salir y tratar de interactuar con el mundo luego de estar por 18 años siendo empujada adentro del clóset cada vez que intentaba salir a la luz.

También le siguió ella buscándome y buscando excusas para escribirme—que usualmente eran relacionados a que había tomado demasiado y decidió hablarme. Le siguió ella hablándome todos los días mientras estaba en mi casa en las Navidades, pero una vez llegamos a la universidad, me enteré que tenía novia.

Le siguió ella dejándose de la muchacha y buscándome tipo Rom-Com de los 2000’s, entrando al lobby de mi dorm para darme un beso e irse, sin decir nada (sí, de verdad pasó). Le siguió yo, confesándole que me gustaba (porque la primera vez no lo hice y ella me reclamó que por eso fue que se buscó otra novia) y ella dejándome en Read. Le siguió buscarse otra novia más, pero a esta le fue infiel conmigo (que no es algo que me enorgullece, pero no juzgué a Cassie en Euphoria porque yo fui Cassie en Euphoria (S2 Cassie—S1 la amamos).

Una vez la dejó, pensé que entonces teníamos un chance. No fue así.

Después me enteré por Twitter que, nuevamente, estaba empezando a hablar con otra. Eventualmente, se fue de la universidad, pero seguíamos hablando.

No entraré en muchos detalles sobre nuestra «relación«, solo les diré que fue un año de sentirme como basura el 95% del tiempo, por pensar que el 5% que quedaba, que era positivo (cuando quería serlo), valía la pena. Un año de ella teniendo dos y tres novias, todo mientras seguía hablándome y tratándome como su pareja. Un año de ella siendo capaz de decirme que me amaba, y de llamadas en donde se quedaba dormida porque mi voz le daba paz, y sin embargo; nunca quizo estar conmigo.

[TW: Su*cid*o]

Cuando al fin tuve suficiente fuerza de voluntad como para decirme a mi misma que merecía mejor, y terminar con ella; mandó unos mensajes.. preocupantes, insinuando que se haría daño al dejarla.

Procedí llamando al su*cide hotline (donde me pusieron en HOLD por como 20 minutos) y viendo a ver qué podía hacer al respecto.

(Aparentemente, la línea telefónica es para personas batallando enfermedades mentales y necesitan alguien con quién hablar por un rato—cualquier situación más seria que eso, te van a referir al 9-1-1.)

(Si llegaran a necesitar apoyo emocional de este tipo, pueden llamar al 1-800-273-8255. Mis e-mails y redes están disponibles siempre también. No se hundan en un vaso de agua, llamen a alguien que los ayude a levantarse para darte cuenta de que el agua es llanita.)

Ella me dejó de contestar los mensajes y las llamadas iban directo a su voicemail. Le escribí una vez más; dejándole saber que si no escuchaba de ella, tendría que llamar a la policía como método preventivo. Me respondió que por favor no lo hiciera, que estaba bien.

No volví a saber de ella hasta casi un año y medio después, cuándo me volvió a escribir y solo le contesté porque pensé que me daría closure.

Ella, no estaba interesada en eso. Ella, me dijo que había cambiado y mejorado, que su vida no tenía sentido sin mí y que ahora sí sabría valorarme porque yo fui de las mejores, si no la mejor, cosa que le había pasado. (No lo digo por echármelas—genuinamente me dijo todo eso.)

Yo, le respondí que lo que yo buscaba era «closure» y le recalqué que no la estaba ignorando, sino que no sabía qué decir…. mentí inconscientemente.

Nunca le contesté. Recibí un mensaje de ella un San Valentin y la volví a bloquear.

Un año más tarde, conocí al amor de mi vida. (Que ya no está en mi vida, pero pues.. fue el amor de una de mis vidas.) Conocí a alguien que me enseñó a valorarme y a ser independiente, hasta cuando estaba en una relación. Alguien que por primera vez me dijo «¿tú psicoanalizas a todos, pero quién te psicoanaliza a ti?» (sentí como si todos siempre me decían «estás bien pendeja»y al fin alguien me preguntó «pendeja, estás bien?») Y aunque después de tres años nos dimos cuenta que funcionamos mejor solas, no me arrepiento de nada. (No elaboraremos mucho sobre esto, ya que es reciente y fue una de las cosas que me empujó a comenzar a escribir públicamente— de la tristeza nacen las mejores obras, no?)

(Otro día les hablaré de lo increíble que era y de cómo ese sí fue mi primer amor genuino. Otro día les contaré de lo mucho que su presencia me trajo paz, y de cómo ella me ayudó a crecer como persona, pero por ahora…)

Nota del autor: Ahora sí es para crear tensión. Última parte sale el viernes (03/11).

«El Agua es Azul porque…»

Como «escritora» (que pongo entre «» [chzq • chzq] (como suena en mi mente) por las inseguridades que tengo con referirme a mi misma así, pero comoquiera lo hago porque tenemos que «fake it til we make it»), se podría decir que comprendo el afán por el arte. Como «artista» (entre chzq chzq por la misma razón), me gustaría considerarme alguien con una mente muy abierta, alguien que piensa que los límites de la creatividad no existen. Así que tiene todo el sentido del mundo cuando digo que, me rehuso a pensar que todas las películas no son basadas (en alguna forma) en la vida real.

No sé si entienden, me repito; Me rehuso a pensar que todas las películas no son basadas en hechos reales. Y recuerden que esto hay que verlo con ojos neuróticos; cuando digo hechos reales, no me refiero a que todas las películas son un reflejo sobre la sociedad en la que estamos, ni tampoco busco criticar el hecho de que en los últimos diez años lo único que han creado son reboots o spinoffs de películas/series/novelas que eran famosas en los 1900.

(Aunque en realidad estoy en contra de esto por dos razones 1. Me sentí vieja recordando que vi Rubí de pequeña y luego viví el «reboot»—Teresa. Y estoy segura que mi hija verá el reboot del reboot, María Fernanda, o algo así. (Y van a ser los mismos protagonistas de las dos anteriores) 2. Porque luego de ver la enésima versión de Halloween (que nuevamente es falso porque, como les dije, no veo películas) uno ya tiene que dejar que el tipo de la máscara (Michael?) se muera.).

No, me refiero a que es ilógico pensar que mis peluches nunca me van a hablar. Ese ejemplo es medio «far-fetched«, así que les doy uno más concreto. Hay sobre siete billones de personas en el mundo, estamos increíblemente sobre-poblados, ¿y yo se supone que piense que no hay ni una sola persona que pueda expulsar ácido por los dedos de los pies? (No sé, para tratar de pensar en un superhéroe diferente) ¿O que genuinamente a nadie, nunca, su mascota le ha tenido tanta confianza que al fin se atrevió a hablarle sin el miedo de que terminara en un laboratorio científico?

La lógica, nos diría que no. Nos diría que las películas/series fueron creadas para darle a sus espectadores un escape de la realidad, un mundo imaginario donde los limites no existen.

(Sí, solo películas y series. Las novelas fueron creadas para las viejitas, chismosos, y para ver bofetadas bien mal dadas.algo que digo con amor, como viejita chismosa fanática de Destilando Amor y Al Diablo con los Guapos).

La lógica descartaría mi teoría por completo, recalcando que así es como funciona la creatividad e imaginación; viendo hechos reales y dándoles el «spin» que los haga fantásticos. La lógica nos diría que como persona «creativa» y artística, debería saber que existe gente sumamente dotada en el planeta y que pueden inventarse cosas que aún ni nos hemos imaginado (como Avatar 7, que va a salir durante la tercera apocalipsis). Pero, es más divertido pensar ilógicamente.

Es más divertido pensar que el Mandela Effect existe y que, efectivamente, en el 2012 el mundo sí se acabo y nos transferimos a uno alterno dónde Kit Kat no tiene el «–», Skechers se escribe sin T, Cool Wip no lleva H, Febreze está escrito con una (1) sola e (debería ser febreeze, ahora mismo se pronunciaría [febrES) y Nelson Mandela no murió en el 1985 (que es de dónde origina la teoría—mucha gente piensa que se murió antes pero se murió el 5 de diciembre del 2013.)

(Este, es mi intento a un «segway» tipo película que rompe el «fourth wall» y, donde te digo «Yep. That’s me. I bet you’re wondering how I ended up here.»)

¿A dónde voy con esto? A introducir lo que me refiero cuando les hable de «teorías». No les quiero dar la apariencia de que soy una persona susceptible a las mentiras, ni que soy «gullible», mucho menos que soy alguien que toma como cierto todo lo que ve/lee/escucha. Al contrario, cuando quiero saber el por qué de algo necesito confirmación de que es por eso; cuando son cosas negativas, para asegurarme que tengo que comenzar a afrontar la realidad; cuando son cosas positivas, para asegurarme que el universo no me está invitando a ir «bungee-jumping». (Lean mi artículo anterior—ya tenemos inside jokes, qué gay.)

Tampoco quiero que piensen que todo lo que escribo es un hecho, y mucho menos que yo pienso que lo sea. No soy de las que piensa que el gobierno nos implantó un chip en la vacuna (pero sí que nuestros teléfonos saben literalmente todo de nosotros y que tengan mucho cuidado con enojar al FBI, que va y leakean los mensajes que le mandaste a tu ex el viernes a las 2:50am.), ni pienso que los demócratas tienen una red secreta de tráfico humano que esconden en Pizza Hut (o algo así, no recuerdo), pero sí pienso que, a veces, cuando el autor dice que el agua es azul, es porque el agua es un reflejo de su validez interna y al estar irrumpido por su primer amor ve el agua como… bla bla bla.

Decir que el agua es azul porque el autor quizo que fuera azul, es aburrido. Decir que el agua es azul porque cuando la luz del Sol atraviesa la atmósfera para llegar hasta nosotros… es aburrido, y amerita un quién… te preguntó.

El problema es que si de verdad hay un significado detrás del color del agua, yo puedo pensar que es porque el autor estaba deprimido y quería tener su momento de «Bet on it» tipo Troy en High School Musical 2; mientras que Chencha puede pensar que el azul del agua representa la paz mental que siente el autor ahora que se dejó de Gabriella y se fue con Sharpay. (Me quedé con los ejemplos de HSM, pero todos sabemos que Gabriella era la verdadera villana.–T as in Troy? No, T as in tate’ quieta, loca.)

Querer que todo tenga un motivo, o una explicación más profunda abre el margen para error y deja que se continúe abriendo y abriendo, hasta que se vuelve más fuerte que tú y te hala con todo. Yo debo saberlo, ya que siempre he sido muy susceptible a la imaginación. De pequeña, era cute. Significaba que mis juegos siempre eran complejos y complicados, que rara la vez me aburría, y que era buenísima cuando teníamos que escribir «creative essays». De grande, esa imaginación (si dejas que te siga consumiendo, como hice yo), se creyó que era un Pokémon y evolucionó. Pasé de «imagínate una película donde los chicles te hablan, pero solo cuando los muerdes…» a «ayer estaba de lo más bien con María pero hoy me contestó «ok» [ohq], como suena en mi mente] en vez de okay cuando le dije que ya estaba saliendo así que claramente está enojada conmigo. No tengo ni que preguntarle, lo dijo todo con su tono, no es lo que dice es cómo lo dice y ya hizo claro que me odia. Si ella me odia, eventualmente todos me van a odiar y voy a morir sola en el inodoro de Walmart.«

Claramente, dejé que mi imaginación se convirtiera en ansiedad, así que el propósito de compartir mis teorías con ustedes ahora nace de un deseo de desarrollar esa imaginación nuevamente, y tratar de conducirla por un camino más positivo.

Se podría decir que ya lo he hecho antes, pero seguramente era más un «hyper-fixation» que cualquier otra cosa. (Estuve obsesionada con Pretty Little Liars (PLL) por mucho tiempo; compré todos los libros, la serie completa en DVD y gasté horas y horas de mi vida viendo todos los episodios una y otra vez, buscando evidencia de que Mona era A, y después de que Toby era A… y después de que Spencer, Ezra, Melissa, Alison, Aria…. todo para que terminara siendo la hermana gemela de Spencer que estaba escondida en Inglaterra. *Inserta meme del caballo mal dibujado al final*)

Unfinished Horse Drawing | Know Your Meme

En fin, mis «teorías» son observaciones que hice y decidí darle un significado más profundo del que tiene. Habrán algunas que probablemente no les pueda otorgar pruebas concretas de que sea cierto (por ejemplo, el tipo que bota ácido por los pies en algún lado del mundo), y otras que les pueda dar evidencia, o cosas que yo considere evidencia. (Como mi teoría de que Bad Bunny en realidad dice sus iniciales al final de sus canciones y no «bebé» como inferí originalmente. Bad Bunny, B & B. Y cuando dice Bad Bunny [beibebebe], está diciendo Bad Bunny B&B, bebé.si alguien lo conoce, por favor dígale que lo confirme.)

Puede que otras, no sean ni teorías, sean pensamientos que tuve en algún momento, o cosas por las cuáles me siento sumamente apasionada aunque no tengan sentido alguno, temas de los cuáles podría escribir ensayos de cinco páginas, double-sided, single-spaced, en Times 12. Como por qué Jon Snow debió haber sido el que murió en Game of Thrones (y que lo trataron de pintar como el héroe incomprendido con carita de (como diría mi abuela) perro sato desnutrido, cuando en realidad siempre necesitó que una mujer lo salvara), o que Spongebob sí merecía ser gerente en The Spongebob Squarepants Movie y que Mr. Krabs se pudo haber buscado una demanda con el departamento de trabajo; ya saben, pensamiento crítico necesario. 

De vez en cuando, mis explicaciones son exitosas en traerme paz, o en terminar siendo más profundas de lo que planifiqué y dan la impresión de que sabía lo que estaba diciendo y soy la próxima Pablo Neruda. Como si mi subconsciente es un poeta frustrado, con mal de amores, apunto de cortarse el dedo (porque las orejas son los pintores). No lo digo solo porque me sorprendo yo misma con mi capacidad auto-crítica, sino que también impactaba a los demás. 

En la escuela superior, solía decirle a los demás que los quería psicoanalizar. Habían veces que decía cosas generales, de las lecturas que te da el Walter Mercado que se sienta en una esquina en Río Piedras. «Se te hace muy difícil confiar en tus parejas porque tus padres nunca te dieron estabilidad, como decían que te iban a llevar a Disney y terminabas en el dentista, ahora solo puedes salir con mentirosos.» La gente se sorprendía.

Habían otras veces, que genuinamente había hecho un psicoanálisis mental de los demás (ahora me voy en mi viaje tipo Pablo Neruda). Las personas no están acostumbradas a que los demás los observen, cuando me fijaba en pequeños detalles las personas se emocionaban mucho. Pienso que viene más del deseo de sentirnos vistos, de pensar que no somos los únicos que percibimos las cosas de cierta manera. 

Ahora, como «millenial» en su «pre-quarter quarter life crisis» (y con un bachillerato en psicología), pienso que mis observaciones han mejorado mucho y a consecuencia, mis percepciones e interpretaciones de los demás y sus comportamientos también.

(Antes de que piensen «ok que bueno loca, felicidades») ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que ahora puedo compartir con ustedes mis teorías, mis consejos, mis historias, mis observaciones, mis chistes; en fin, nos podemos ayudar mutuamente. Significa que puedo decirte que sigues en tu relación aunque seas infeliz porque tienes miedo a estar solx, o que el primero en mentirte fue tu papá y ahora aceptas a cualquier hombre mentiroso en tu vida (sí, te hablo a ti, Olga Tañon). Puedo decirte que te relacionaste a Cassie de Euphoria porque, al igual que ella, dejaste que tu validez naciera de los demás y cuando dejaste de recibirla, hubieras hecho cualquier cosa por tenerla de vuelta. ¿Son observaciones válidas? Sí. ¿Observaciones concretas, observaciones precisas? Espero que sí. ¿Debería preocuparles que con quién yo me relaciono en Euphoria es con Rue, y ahora estoy aquí diciendo que voy a tratar de darles consejos? Probablemente. Pero saben qué?

Lo bueno de que un ciego guíe a otro, es que ninguno de los dos tiene por qué saber que el otro es ciego. 

Y después que lleguemos a donde queremos llegar, el camino suele no importar. Todas las veces que nos chocamos con cosas, o las veces que pensamos que no íbamos a poder pasar sobre ciertos obstáculos en el camino (siguiendo con la metáfora–porque no los viste, o no te los esperabas), dejan de importar. Cuando llegas a tu meta, puedes trabajar en superar el camino y lo que viste ahí. (Tipo las películas estas donde el protagonista pasa por demasiadas cosas y tú piensas, «ea diablo, cómo va a superar eso?» Y hacen un time jump y de la nada «Six weeks later» está como si nada y la muerte de todos sus amigos no importó. No sé a qué película me refiero pero estoy segura que el protagonista es The Rock.

No es que les esté diciendo que el resto de mis publicaciones van a ser una combinación de Martha Stewart y Dr. Phil, dónde te sugiero 10 Recetas para Alimentar a tu Ego o te hablo sobre cómo aprender a perdonar al que te robó el parking en plaza para ayudar a sanar tu «inner child». Pero puede que un día decida hablarles de cómo Shrek en realidad es un «coming-of-age film» que va en contra de todos los estándares postulados por la historia clásica del principe y la princesa, dejándonos saber que lo que vale es lo que está dentro de nosotros y no cómo aparentamos; y en leer mi análisis te das cuenta de que siempre has sido Burro y dejas que la gente te pisoteé y te trate mal aunque tú seas su único amigo porque piensas que así es que mereces que te traten (al principio de la película, vemos cómo su dueña lo trata, sugiriendo que el piensa que la violencia/insultos es un love language porque no aprende lo contrario hasta que conoce a La Dragona), y esta nueva percepción interna, superas a tu ex.

Si mis palabras y la necesidad que tengo de que el gato tenga la misma cantidad de patas que de vidas, logran hacer un impacto en ti, mi querid(x) lector, entonces ya logré lo que quería. 

Bienvenides,

Toda mi vida he querido ser escritora. No lo digo como hipérbole, literalmente, desde que tengo memoria, he querido ser escritora. En primer grado, mientras los niños hablaban de querer ser astronautas, doctores, bomberos; yo mentía y decía que quería ser arquitecta, veterinaria, o cualquier otra cosa que no fuera ser escritora.

De pequeña, lo escondía por vergüenza. Por alguna razón, niños de seis años no parecen comprender el deseo de escribir y leer. De adolescente, lo comencé a compartir abiertamente, aunque aún recibía miradas confusas de mis compañeros, y mi familia pensaba que había encontrado un «hobbie» nuevo para seguir.

Al seguir creciendo, mis deseos solo aumentaron. Lamentablemente, cualquier profesión artística conlleva miradas alarmantes de los demás y al presentar el concepto de un bachillerato en literatura para poder escribir un libro a tu familia, recibes más miradas alarmantes todavía. Así que, luego de un tiempo, cuando me preguntaban qué quería hacer con mi vida respondía no sé, o intentaba cambiar el tema con bromas ligeras de querer trabajar en un «fast food», algo que me llevo a no ser la persona favorita de muchos padres.

Lo que todos pensaron que era un «phase», permaneció como una pasión, algo que haría aunque no me paguen, así que lo estudié comoquiera. Actualmente, tengo mi bachillerato en literatura (y psicología, porque «cualquiera puede ser doctor y escribir, pero alguien que escribe no puede ser doctor») y mi sueño de escribir un libro y de compartir mis palabras con el mundo no ha desvanecido.

No creo que sea por un complejo narcisista, no pienso que mis palabras son ni más ni menos importantes que otras; pero de niña, observé el efecto que tuvieron las historias de los demás en mí. Sentí cómo las palabras de otros me llevaban a un mundo en silencio, un mundo que yo controlo y modifico.

Nuevamente sueno como una narcisista sociópata, sugiriendo que mi deseo es controlar todo y a todos, pero cuando te crías en un hogar … inestable. Sentir que tienes el control de algo parece un lujo. Pero ese será un tema para otro día; por ahora, escribir para mi es algo terapéutico y como alguien que sobre-analiza todo, alguien que si pudiera le buscara hasta la sexta pata al gato, usualmente tengo mucho de que escribir. Creé esto para darle plataforma y vida a mis historias y ver si logro impactar a alguien de la misma manera que otros me han impactado a mi.

Así que, bienvenides a mi mundo contradictorio y neurótico. Espero que disfruten.

«Tengo dos opciones: puedo escribir palabras al mundo y esperar que encuentren su audiencia. O puedo esconder mi luz debajo de la mesa por miedo a que mi resplandor no le guste a alguien.»

Rachel Hollis, «Amiga, Lávate esa Cara»