¿Disculpándome por desaparecer nuevamente, esta vez por aún más tiempo, luego de comenzar nuestra relación diciendo que quería proveerles estabilidad? (Algo que desde temprano establecí que yo misma carecía (estabilidad) en mi vida, así que no sé por qué esperaban más de mí pero aprecio que me esperaran, los aprecio más si vuelven sin ningún tipo de resentimiento — algo que yo no he aprendido a hacer (dejar que las personas vuelvan a mi vida sin resentirlos) pero que tal vez nos convendría a todos. En fin, soy igual de “unreliable” que el resto de las personas en tu vida y lo lamento, probablemente nace de mis daddy issues. Lo hablamos luego.)
¿Poniéndolos al tanto de mi vida, que sería igual que explicarles la razón de mi acto de desaparición, con todo lo malo y lo bueno y todas las veces que la vida me ha mirado a los ojos mientras me tumba al piso? (En resumen: me dio COVID por decir que era inmune, pasé de tener tres bisabuelos vivos a ninguno, igual que de dos güimos a ninguno. Me chocaron, lo que fue sorprendente porque usualmente la que choca soy yo. Cumplí años. Me aceptaron para una maestría en Salamanca (pero virtual, aún no tendré mi fantasía de Adri in Paris — que conste que solo vi un episodio de esa serie, pero quiero hacer la referencia.) Dos del “cast” de Jersey Shore me contestaron por twitter. Bad Bunny sacó un disco nuevo, etc.)
¿Volviendo a publicar algo tipo “Una Carta a Ustedes” y darles “snippets” de todas las cosas que comencé a escribir en un esfuerzo de proveerles contenido mientras simultáneamente los usaba de psicólogos, creando una relación de esas científicas dónde ambos se benefician? (Intenté analizar “Un Verano Sin Ti” y demostrarle a todos los que aún no se han montado en el “Badboliber train” que aunque sea medio sucio, hay mensajes bonitos detrás de sus canciones y en realidad es buen letrista; una segunda parte de “¿Por Qué Paradoja?” dónde sobre-explicaba mi voz narrativa (por qué escribo de la manera que escribo) ya que una de las personas que lee mi blog me dio varias críticas sobre mis posts y sentí la necesidad de hacerlo; Jersey Shore y cómo las mujeres del show impactaron el concepto de feminidad (cuando estoy ansiosa o deprimida me obsesiono con ciertas cosas— esta vez fue con reality shows. Vi mucho Jersey Shore); más teorías de Spongebob y cómo pienso que a los humanos no nos gustarían los Krabby Patties; la historia de cómo tuve un despertar espiritual por una película y, sorprendentemente, no por el retiro confidencial TOP SECRET de tres días que fui en el 2017 que sí les diría más detalles los tendría que matar—dónde nos hablaron de cómo la homosexualidad era un pecado y por faltarle el respeto a mi mamá esa vez en el 2011 iba a ir al infierno, cuando el líder de una de las caminatas estaba yendo a tribunales peleando casos de abuso sexual—pero lograron darme dos de las cosas que más anhelaba (1) reassurance y (2) la oportunidad de desaparecer de todo lo que conocía, aunque fuera por 72 horas. Cosas así).
¿O, simplemente, escribir y continuar escribiendo a ver qué sale? (Fingiendo como si eso no fue lo que me llevó a escribir todo lo anterior, verdad.)
¿Cómo volver a lo que amas sin que se sienta como una tarea? ¿Cómo escribirles, a ustedes pero para mí, sin ponerme la presión encima de lo que vayan a pensar? (Por alguna razón me convenzo en que estoy escribiendo mi tesis doctoral, o un ensayo que vale 89% de mi nota, o como si lo va a leer Julia de Burgos o Gabriel García Marquez. O Bad Bunny o Megan Fox. No sé, me pongo mucha presión a mi misma y nunca termino satisfecha —algo que lamentablemente puedo decir de muchas áreas en mi vida.) ¿Cómo deshacerme de ti, si no te tengo? ¿Cómo alejarme de ti si—perdón, me distraje.
El punto es que, hola y perdón que me fui por mucho tiempo. Necesitaba un momento para reorganizar mi vida y mi mente y tratar de distinguir todas las voces que viven en mi mente y separarlas entre las que sí debería escuchar y las que están ahí para molestar (por no decir joderme la vida—eso suena como si soy esquizofrénica o tengo múltiples personalidades, y tal vez, pero me refiero a mi manera de procesar pensamientos y sentimientos y todo lo demás.)
Aunque sigo sin sentir que algo me inspira, o alguna musa que me lleve a elaborar en algo en específico, sí he estado recordando momentos en mi vida que me hacen pensar “ok. ya pueden salir los camarógrafos. dónde está Ashton Kutcher?”, or reflexionando sobre ciertas cosas que sobre-analizo, ya que dudo que alguien las analice regularmente, así que creo y desarrollo mi propio análisis yo (como el hecho de que mi personalidad es adaptable y dependiendo de las personas que estén en mi vida, o la serie que esté viendo en el momento, mi comportamiento, jerga y expectativas/anhelos se va a adaptar, inconscientemente, a eso. Ya sea porque es un escape de la realidad, o sea porque nace de una inseguridad profunda que me hace sentir que mi personalidad en sí no es suficiente así que tiene que tomar prestado de otras partes, no sé), de las que podría compartir con ustedes.
El propósito de esta publicación, es más bien un anuncio para dejarles saber que próximamente estaré intentando volver a escribir. No solo para ustedes, pero para mí. Por mí. Ya sea para sanar o desahogarme o compartir esas cosas que siento que a nadie en el mundo real le importa pero que tal vez a alguien en el internet sí— vienen cosas por ahí. Espero que estén bien ustedes, prometo intentar ser más “reliable” y “ghostearlos” menos. (Aunque no se sientan mal, hago lo mismo con mis amistades. Hasta con mi familia. It’s a work in progress.)
Nada, escucharán más de mi pronto. Por ahora, gracias por el apoyo y por seguir aquí. Una de las cosas que me motiva a seguir escribiendo, y a empujarme a salir de mi zona de comfort, y lograr convencerme de compartir lo que escribo con los demás es saber que genuinamente hay personas que lo leen. Aprecio sus mensajes, sus comentarios, sus «likes», sus vistas–todo.
Todos los años paso por el mismo dilema—no saber qué regalarle a mi mamá. Y no solo a mi mamá; a mis abuelas, a mi tía (sí una sola porque pienso que estoy en la edad en donde es aceptable solo regalarle a mis «favoritas», porque soy demasiado pobre para regalarles a todas); en fin, a las mujeres que me hicieron lo que soy hoy. Y aunque todas se merezcan su propia tesis doctoral sobre lo mucho que las quiero, hoy sólo se la dedicaré a una de ellas–a la más importante.
Por más que quisiera poder bajarle a mi mamá la luna, junto con las estrellas y todos los planetas (porque se merece eso y más, y sería lo más concreto que podría otorgarle en un intento de compensar por todo lo que me ha dado); es físicamente imposible. Por más que quisiera que se levantara el domingo y la BMW del año que quería esté estacionada afuera, o que Luis Miguel llegara a su casa a darle un saludo especial; soy pobre y no sé conseguir a LuisMi. Y pienso que ya pasé la edad dónde hacerle un dibujo de nosotras dos que diga «te amo, mami» por el lado sea aceptable, pero como soy escritora, lamentablemente la edad donde deje de ser aceptable que le dedique mis palabras, nunca va a llegar. Así que, en un intento de compensar no tener regalos físicos (le di uno que otro detallito, no piensen que soy tan miserable), esta publicación es para tí, mami.
A ti, que fuiste madre y padre por una parte de mi vida. A ti, que me haz apoyado en todo, hasta cuando no podías, hasta cuando no sabías cómo; ahí estabas. A ti, la mujer más fuerte que conozco y que conoceré, lo más cercano que tendré a un súperheroe. A ti, que luchaste hasta más no poder por mí; que lograste tanto siendo madre soltera, que completaste tu carrera de derecho siendo madre de dos.
A ti, te doy las gracias. Nunca habrán palabras suficientes para describir el nível de amor y de agradecimiento que siento, no solo por ti, sino por Dios, porque me bendijo con una madre como tú. Porque de todas las mamás a las que me pudo haber enviado desde el cielo, me envío a ti y fue como pegarme la lotería sin saberlo. (Y bueno, sin saber lo que era la lotería porque era una bebé. Aunque no sé, yo era bien inteligente cuando pequeña… era.)
Te escribo esto, para que lo leas cuando me extrañes o cuando quieras recordar lo increíble que eres. Para que lo leas en este Día de las Madres y de nuevo comentes que «siempre te hago llorar». Para que cuando publique mi libro y se gane mil premios (bueno… o por lo menos uno), recuerdes que siempre fue por ti y para ti. Que siempre fue por tu apoyo inconidicional y que siempre fue para hacerte sentir aún más orgullosa de mí.
Y si tú (mi querido lector), continuaste leyendo, 1. que presentau, si dije que era para mi mamá. y 2. para no hacer otra carta donde solo le doy las gracias a mi mamá, te hablaré de ella (que espero esté leyendo esto también) y de lo increíble que es, de como gracias a ella es que este blog es lo que es (porque gracias a ella, soy como soy.)
Mi mamá es una de las personas más increíbles que conozco, de las más amables y dadivosas que conozco en mi vida. Es el tipo de persona que genuinamente se ha quedado sin nada con tal de que los demás tengan. Es el tipo de persona que se para en medio de una autopista a rescatar un perrito, y procede a sanarlo y cuidarlo después. Tiene un corazón tan inmenso, que hasta personas que no la conocen lo notan y se sienten conectadas a ella. Un corazón que suelen reconocer los animales (hasta los lagartijos—no es broma. Le dicen Dra. Dolittle), los viejitos y las brujas. Un corazón que la hace ser de las personas más empáticas, comprensivas y dadivosas que conozco. De verdad, no pude pedir mejor mamá.
Claro, tiene sus «defectos». Es un poco despistada, pero compensa siendo una mujer sumamente trabajadora—corriendo su propio negocio, el de su esposo y el de su papá. (Sí, viste. Girlboss.) Hace chistes extraños, de los que son reales pero si tu reacción es negativa se ríe para disimular; que la hace más cómica aún y me bendijo a mí con un sentido del humor de alta calidad. Pero, el único defecto que resaltaría, es las veces que falla en ver su valor, o el impacto que tiene en los demás.
Yo no digo todo esto siendo parcial por ser su hija. Si se sientan a preguntarle a 10 personas que la conozcan, les dirán lo mismo. Si se sientan a ver los comentarios de sus amistades (las verdaderas) en Facebook, leerán lo mismo. Si ven todo lo que su equipo dice de ella (porque es entrenadora personal), verán lo mismo; es de las mejores personas que conocen. Pensar que hay gente en el mundo que quisiera hacerla pensar lo contrario, o que las inseguridades que nos presenta la vocecita (el diablito del hombro) intenten dominarla y hacerla sentir como menos; me llena de rabia. Quisiera protegerla de todo lo malo del mundo, y ayudarla a sanar lo malo que ya ha vivido (aunque ya ella se ha sanado, sola y por su cuenta. Les digo, de las mujeres más fuertes, sino la más, que conozco.). Quisiera que el universo, el mundo, y las personas que la rodean; algún día puedan darle para atrás todo lo que ella ha puesto en el mundo. Que la vida le devuelva toda la generosidad y amor que ella ha puesto en el mundo, le devuelvan todas las cosas buenas que ha hecho por los demás, ya haya sido su familia, sus amistades, o un extraño de la calle que logró ver lo simpática que era.
Quisiera que supiera, que aunque tal vez para los demás no haya sido una madre «perfecta»(aunque no sé por qué lo pensarían, tal vez porque se le olvidaba buscar mis notas de vez en cuando–pero es que estaba acostumbrada a que fueran buenas, so why would she bother?) , para mí siempre lo fue.
En las altas, en las bajas, en las discusiones alimentadas (y causadas) por mis hormonas pubertales, cuando cambió mi número, cuando cantamos en el carro, las «pelas en el clóset» (es un chiste interno—no se asusten), las veces que pensó que me iba mucho tiempo de casa por no querer estar con ella (que nunca fue cierto, solo tuve un periodo de mi vida dónde priorizé a mis amistades sobre todo y pues, trajo sus propias complicaciones, pero un tema para después)—siempre fue una madre perfecta y ejemplar. No ha habido un solo momento en mi vida (y esto lo digo genuinamente, mami) en dónde yo no haya estado agradecida por tener una mamá como ella.
No ha habido un solo momento donde yo no haya estado agradecida de tener una mamá que siempre buscó recordarme lo orgullosa que estaba de mí, una mamá que buscaba siempre decirle que sí a mis sueños y necesidades, una mamá que me ha dado todo, que siempre buscó recordarme que soy una mujer inteligente, hermosa y capaz. Una mamá que apoyó mi lado «escritoresco«desde que mis cuentos eran sobre príncipes ficticios y escritos en construction paper. Una mamá que, de hecho, los tiene todos guardados. Una mamá que ha hecho (y continúa haciendo) todo lo posible por ayudarme, en toda manera; sea financiera, emocional, a ver mi valor, a hacer ejercicio y mejorar mi salud, a recoger mi cuarto… en fin, me he ayudado en todo. Aunque parezca casi dado que tu madre esté presente, no siempre es el caso, y el hecho de que la mía ha estado ahí siempre, para mí significa todo.
Una madre que reaccionó a yo saliendo del closet diciendo «Te gustan las nenas? Okay. Pensaste que me iba a enojar o algo? Por Dios, después que tú seas buena persona. Y estés feliz, quién ames no me importa—claro, después de que te traten bien.» La misma que me apoyó cuando mi torre de Jenga se cayó, y la que me ha ayudado a buscar todas las piezas para volver a construir la torre. La que llegó con un flashlight después de enterarse que me sentía estancada en el túnel oscuro; la que me ayuda a levantarme después de que me doy contra el piso «bungee jumping». La que llega para decirme «levántate, para que veas que el agua en la que sientes que te ahogas, es llanita.»
En fin, la solución a todas las metáforas que he usado para describir estar perdida, triste… neurótica. La que hace que el caos tenga coherencia, que la contradicción tenga… dicción? En fin, mi sistema de apoyo principal, mi fanática número uno, la que siempre buscó por mi bien, hasta cuando yo tal vez fallaba en notarlo.
Una madre que me ha hecho una mujer independiente y fuerte, una mujer capaz de lograr todo, porque sé que tengo quién me levante si me caigo. Una madre que me bendijo con su inteligencia y con su capacidad de impactar a los demás. La que me ha enseñado que lo importante en la vida son nuestros valores, y las acciones que tomamos siguiendo los mismos. La que me ha demostrado que lo material, no importa—después que estemos bien. La que me ha hecho querer seguir adelante siempre, solo para poder hacerla aún más orgullosa de mí.
La que quisiera que me dure para siempre porque aunque ya me ha visto graduarme de casi todo, aún le falta ver publicar mi primer libro y dedicarselo a ella. Le falta verme dedicarle el premio nobel de literatura (dejénme soñar) y aunque no esté en mis planes, supongo que le falta verme casarme y tener mis propios perri-hijos. La que quisiera que me dure para siempre porque el mero hecho de no tenerla me aterra. Imaginense, si lloro cuando vuelvo después de visitarla–sabiendo que probablemente la veo en un mes. La que extraño siempre, pero que llevo siempre en mi corazón. La que nunca me contesta el telefono y después dice que la que se olvida que tiene madre soy yo, pero la perdono comoquiera porque me gusta hablarle—aunque sus conversaciones por telefono sean más ella multitasking mientras te escucha hablar. La que me hace querer comprarle todos los cerditos y perros salchichas del mundo, porque aunque ya no tenga dónde guardarlos, quiero que siempre tenga algo cerca que la haga pensar en mí.
A la única que le acepto «Ok» en vez de okay de respuesta. Una madre que me sorprende más cada día—con su fuerza, su inteligencia, su bondad, su capacidad de lograr lo que se propone. Una madre trabajadora, emprendedora, independiente— que da su todo en lo que hace. Una madre que me enorgullece cada día más, mi ejemplo a seguir.
Feliz día de las madres, mami!
Y no solo a mi mamá, sino a las tias/madrinas que te dejan vivir en su casa (aunque le dan ganas de botarte cada vez que pongas el papel de inodoro alreves) y cuidan a tus güimos aunque no los quieran—las que te alcahueteaban desde pequeñas y aunque no sean muy «touchy feely» ambas saben que se quieren mucho y por lo menos yo, sé que no podría vivir sin ella— que quita las fotos de tu ex cuando no estás en tu casa y la que te dona la última coca-cola cuando estás triste. (Felicidades titi, gracias por ser mi madre adoptiva).
O a las abuelas que genuinamente son la Luz al final del túnel. Las que te «cantan otra canción» aunque tengas 23 años, las que te cuidan hasta cuando la que estás tratando de cuidarla eres tú. Las que te mandan $50 por ATH Móvil cuando le pides $20, la que te psicoanaliza gratis solo porque te quiere. La que te hace chuletas con amarillos cada vez que vienes, hasta sin que se lo pidas, porque sabe que es tu comida favorita.
O las abuelas que cargan «la ambulancia» encima porque siempre andan preparadas para lo que traiga el día, las que te persiguen gritando tu nombre detrás del Jeep de Barbie, las que no te matan cuando pediste permiso para que vinieran tres amigos y llegaron tres con los novios, primos y los tíos. La que te perdona cuando los mismos que invitaste y tú le ponen jabón a la chorrera en un esfuerzo de ir más rápido, pero fracasan por completo. La que te acurruca cuando necesitas y te arregla la frisa cuando estás temblando.
Las abuelas que te leen, aunque no entiendan bien las redes, o les confunda cuál link los lleva a qué. Las que son y seguirán siendo tus fanáticas hasta más no poder—que siempre resaltan lo orgullosas que están de ti. Las abuelas que cuando se enferman, te asustas, porque quisieras que te duren para siempre, porque genuinamente no sabes qué harías sin ellas. (Felicidades Abi & Abi, las amo.)
Las «abuelastras» que buscan complacerte y conectar contigo, hasta en cosas pequeñas. Las que tal vez no fueron muy buenas demostrando que te querían al principio, pero te hacen sentir como su nieta biológica. Y su familia entera, con las tías medio locas que le pone «pampers» a sus perros, pero que nunca se le olvida felicitarte en tu cumpleaños ni darte un detallito en Navidad. La que igual te lee y te sigue, la que te dirige el «fan club» si la dejas. La que siempre te ha tratado con mucho cariño y bondad— pero no admites que es tu favorita por si las demás se ponen celosas.
Felicidades también a las tías que nunca se sintieron como tías— porque tenían 13 años cuando naciste y le diste con un bibí en la cara; la que siguió tratándote como su hermanita siempre, la que es medio cruel y «bully» pero la quieres así. La que te presta su ropa, junto con el maquillaje, el recorte, zapatos y las cejas—y lo hace todo mientras ve Netflix, atiende a sus hijos y llena planillas. La que demuestra que te quiere de maneras distintas, pero siempre sabes que te quiere (y tú a ella, aunque te haya dado para atrás después del bibi y solo sepas demostrarsélo cuidando a su perro y a su conejo). O a las tías que te invitan a la playa todos los fines de semana solo con tal verte, la que a veces solo vez en Navidades y Año nuevo pero que llevas en el corazón siempre, la que nos dejaba dormir a todos en frisas en el piso y fingía que no nos escuchaba jugando DS y riéndonos a las tres de la mañana.
Las tías medio ansiosas, que han pasado por mucho, y aún así buscan sonreír y salir adelante. Las tías que son tan buenas que a veces, se aprovechan de su nobleza. Las tías que merecen tanto—más amor, más felicidad, tranquilidad y paz. La que te regaña por comerte chocolates viejos (del baby shower de tu prima adolescente) pero aún así los guarda de recuerdo. La que te cuida y te mima como si fueras hija de ella porque, efectivamente, eres su única sobrina.
Las tías postizas/adoptivas que te planchan el pelo cuando se lo pides y de una te maquilla. La que te trataba como hija suya porque no tenía su propia, y ahora que la tiene, sabes que fue otra bebé que se ganó la lotería.
Las tías postizas que te adoptan en Disney y compensan por el despiste de tu madre biológica. Las que te hacen reír solo con respirar, las que sientes que conoces hace años aunque solo lleva en tu vida dos. La que llamas cuando te sientes ansiosa porque te ayuda a sentir paz, la que te da consuelo cuando lo necesitas. (Aquí hablo de la mejor amiga de mi mamá— M, eres de las personas más bondadosas que conozco y viviré agradecida siempre que Dios te haya puesto en nuestras vidas.)
A las tiamigas que te siguen en Facebook y que, aunque solo ves de vez en cuando, te emocionas igual. De las que te dicen «yo te vi cuando eras así de pequeña» como si yo no recordara viéndolas estudiando derecho con mi mamá — como si no me sintiera vieja viendo como sus hijas ya casi hasta se gradúan de la uni, o viendo los «memories» de Facebook de cuando fui al primer cumpleaños de su hijo que ahora es todo un emprendedor y tiene hasta su propia linea de limonada. Las que preguntan por ti siempre, y aunque no las veas tanto como quisieras, cada vez que sí comparten es como recordar que tienes tres tías lejanas más.
A las madres postizas que te adoptan porque sus hijos decidieron que iban a tenerte en sus vidas. Las que te cocinan, te invitan a la iglesia, las que te llevan a pasear por San Juan porque sí, las que se mantienen al tanto de tu vida (a veces hasta mejor que los hijos). Las que te llevan a Europa para que presencies su «Lo tori», las que velan por tu bienestar y te recuerdan siempre cuán flaca (o no.. JAJAJA) estás. Las que te cuidan por elección y te hacen sentir querida incondicionalmente, como si fueras hija de ellas también. (Shoutout especial para Ivelisse, Lourdes, Zoraida, Amarilis, María, Cristina, Leticia, Carmen, Jamil — gracias por dejarme en sus casas hasta cuando bromeaba que quería trabajar en fast food, genuinamente, las quiero mucho siempre.) (Y a las que no eran ni madres de amistades mías, y aún así me apoyan (Hola Lizzie). Also special shout-out to Gloria, Tiffany, Josefina, and Martha.)
(Me siento como Bad bunny en su canción nueva «las gabrielas, las patricia las nicole..» anyway, como les decía.)
Por último, a las maestras que te trataban como sus hijos. Las que recuerdas con mucha nostalgia y cariño— las que eran como Sprite (te dice las cosas como son), las que hacen apuestas contigo para intentar que te motives más a estudiar, las que te quitan las briscas pero te las devuelven después de clase. Las que genuinamente se preocupaban por ti y tu bienestar, que te hacían creer aún más en la profesión de maestro, las que te hacían querer que les pagaran 60 veces más solo porque te enseñaban más allá del salón de clases. Las que te llevaron a Costa Rica hasta cuando ya no estabas en la escuela, la que te acompaña corriendo a comprarle un bizcocho a tu mejor amiga para cantarle en el mismo hotel de Costa Rica (te hablo a ti, Meli). Las que hasta cuando te fuiste del colegio, te aceptaban de vuelta con emoción. Las que te siguen aún y te leen, y aún te recalcan lo orgullosas que están. Las que visitas en tus juegos de baloncesto y le escribes por instagram para que lea tu blog (Hola, Texi.) Las que te empujan a intentar cosas nuevas y casi te obligan a participar en oratoria solo porque ven tu potencial. Las que te hacen querer seguir tu pasión de escribir y te apoyan, las que te hacen sentir en casa hasta cuando estás en los United Estays. De las que te hacen pastelón y arroz con pollo, y te ayuda a recaudar fondos para ayudar a Puerto Rico después de María (porque en tu universidad eran unos racistas estúpidos que te dijeron que no tenían tiempo para PR porque estaban muy ocupados ayudando a Texas). (Nuevamente, shout-out especial para: Ana, Carol, Nilda, Nathbia, Melissa, María R., Texi, Pulli, Diana, VO, and Rellinger– las llevo y llevaré siempre en mi corazón!)
En fin, todas las madres que han estado en mi vida. Todas las que me han hecho sentir como si tengo seis madres en vez de una. Y si soy honesta, todas las quiero, respeto y aprecio porque de una forma u otra, me recuerdan a mi mamá.
Mami, gracias por tanto; hoy y siempre. Te amo, mucho y espero que te guste tu regalo.
EN CONCLUSIÓN, ¡FELIZ DÍA DE LAS MADRES A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO, pero en especial a la mía!
Esta debe ser la undécima o duodécima vez que me siento a mirar un papel virtual, buscando vaciar el cubo de pensamientos que invade mi cerebro en el momento, buscando cómo sanar los tijerazos que el universo continua dándole a las cuerdas sosteniéndome en el planeta, orando que una solución para dejar de despertarme ansiosa todas las mañanas en la madrugada se aparezca mágicamente, como si le dejara a Dios o al fantasma del gato de mi vecino un canvas vacío, una ouija moderna que les permite iluminarme el camino hacia la sanidad. Y aún así, al intentar obligarle a mi mente y a mis manos a sentirse escritorescas (con tal de no sentir ganas de pegarme un ti—*cough* de no sentirme como una… homicida personal), no encuentro ningún deseo ni intención de escribirles sobre mí.
Últimamente, el peso de la vida se siente más real, más profundo. No sé si sea la adultez, la depresión, que la luna está en Mercurio, o si es que simplemente estamos en tiempos difíciles todos; pero el universo esta como extra welebi—. Ya no siento que voy bungee jumping para restrallarme; se siente como si voy nadando en un océano—inmenso y profundo; de los que te hace querer tener luz en exceso con tal de siempre ver tus pies y lo que vive debajo de nosotros—y que cada vez que intento subir a la superficie, cada vez que intento salir a exhalar aire fresco y no el del tanque enganchado a mi espalda, algo me agarra por los pies y me hala hasta el fondo… una y otra y otra y otra vez.Mi miedo… es que siga ocurriendo hasta que el tanque de oxígeno se agote y eventualmente no tenga… las fuerzas, de seguir intentando subir. Que el peso sea tanto que simplemente me deje caer, me deje llevar por la corriente a explorar el 80% de los océanos que nos faltan por recurrir. Y aunque sí, para mi escribir es terapéutico, al sentarme aquí no encuentro el interés ni el deseo de hablarles de mí, ni de compartir la bolsa de pensamientos que me hala hacia el fondo, no busco soltarles el peso inmenso que me sigue halando los pies; prefiero hablarles de otras cosas, de escribir sin propósito ni sentido, como la vida, y ver que sale.
Me disculparía por el hecho de que nada de lo que le siga a esto tenga mucho sentido, pero en este punto de nuestra relación, ya deben estar conscientes de que yo rara la vez tengo sentido. (BTW, me disculpo por desaparecer por un mes. Les juro que intentaba escribir y escribir y… nada. No se si era la presión que me puse a mi misma, de querer solo seguir aumentando sus expectativas (sí, las de ustedes, mis lectores. Esto es… para ustedes, en realidad. Por mí, pero para ti) y no decepcionarlos o aburrirlos; o si es que el diablito de la ansiedad está bloqueando mis habilidades escritorescas con tal de aislarme del resto del mundo.)
No he completamente psicoanalizado mi necesidad de proveer evidencia para las cosas (en forma de memorias específicas que le hacen creer a la gente que tengo buena memoria), aun cuando no me lo piden ni les he dado razón para no creerme, PERO; durante el tiempo que estuve MIA, intente ser Buzzfeed y hacerles una lista de 10 peliculas y series poco comunes, de las que, si he visto, que les recomiendo. Y les describía la película y le daba un rating, y los asociaba a otras series/películas, pero pues… (1) No me sentí lo suficientemente cómica como para poder ser Buzzfeed exitosamente (2) No he visto suficientes películas como para recomendarles otras similares. Intente después hablarles de mis teorías de Spongebob; de como el creador, como biólogo marino, basóla serie como si fuera tipo The Office, pero un nature documentary (que creo ya les habia llegado a mencionar), pero iba a profundizar en ella y ofrecerle evidencia concreta de la misma, pero pues
El único pensamiento que me consumía era, a quien, a parte de a ti, le va a interesar un análisis profundo de Spongebob, y pues… nunca logro terminarlo. Intente entonces hablarles de mi relación con la religión, y de una intentar integrarles la disonancia cognitiva (que es una manera fancy y psicológica de decir que nuestro cerebro justifica nuestras acciones a nuestro favor, siempre, por mas que intentemos de que no o queramos pensar que no). Comencé a contarles sobre mi experiencia en un retiro religioso (top secret—confidencial, que no les puedo contar nada porque sino los tendría que matar jajajajajaja…. Enserio.) de tres días, donde el segundo día por la noche preguntaron quien todavía no había sentido la presencia de Dios y las únicas dos que se levantaron fuimos yo y otra muchacha, y de cómo eventualmente me di cuenta de que una línea en la película Easy A tuvo más efecto en mi relación con Dios que ese retiro—y que no dejarme llevar por los métodos convencionales arcaicos de la religión me otorga la libertad de desarrollar mi propia relación con Dios; una donde no lo veo como alguien que castiga a su prójimo, ni que odia a los gays o que me va a mandar al infierno por la vez que le contesté a mi mamá después de que me dijo que no le contestara; lo veo más como… no sé, un Amigo. Alguien que vela sobre mí y me escucha de vez en cuando y si llegara a necesitar una manera urgente de exhalar… ahí estaría.
Lo más concreto que llegué a escribir, que me emocionó porque pensé que nuevamente había encontrado inspiración y musa (después de acabar la serie Dickinson en AppleTV+, véanla. La protagonista esta buenísima—digo, la serie. La serie esta buenísima. (Hailee Steinfeld if you ever read this, im free on Thursday night and would like to hang out. Please respond to this and then hang out with me on Thursday night when I’m free, on Thursday night. When Im free), fue que encontré un libro sobre las historias (The Science of Storytelling, de Will Storr) y el escritor logra concretizar y validar la importancia de las mismas usando bases científicas, psicológicas e históricas. Le dio validez a mi lado escritoresco y, al mismo tiempo, sufri el trauma de ver el ultimo episodio de la serie Killing Eve (si, Así de malo estuvo y no soy la única que lo piensa. Adjunto la evidencia.) y me ayudo a darle validez al hecho de que (todavía, una semana después) no puedo ver escenas del episodio sin llorar. (Y no digo esto lightly, yo no lloro. No les estoy diciendo que me da sentimiento, o que se me aguan los ojos—no, lloro. Lloro como si estoy viendo la escena de Dos Oruguitas en Encanto por primera vez, o si nuevamente estoy sentada en una sala de cine en el 2008 viendo como Owen Wilson se despide del mejor actor canino que he presenciado, en Marley & Me. Lloro como si el final que le dan a los personajes es el mismo que me tocara a mí.)
Logre irme en un viaje profundo sobre como mi tendencia de evitar ver películas nace de esta tendencia extraña que tengo de sobre relacionarme con los personajes, al punto que desarrollo esta añoranza, casi una necesidad de que terminen bien. O si no bien, con un final que me gustaría para mí. De como ciertas películas, de las que tratan de terminar con un final distinto al que uno usualmente esperaría, requieren tres a cinco días laborables para procesarlas emocionalmente, porque es como si vi mi vida entera (o por lo menos, los próximos 10 años de ella) en una película de hora y media, y necesito tiempo para procesarlo. Les hablo de como pienso que los medios de entretenimiento deberían ser un escape de la realidad, de otorgarnos a nosotros—los mortales propensos a los tijerazos (negativos…porque pues… tijerazos de otros lados son bienvenidos. Hailee, I’m free on Thursday if you want to hang out on Thursday.) del universo—la oportunidad de exhalar y despejar la mente. De hecho, escribi que;
Podamos, por ya sean treinta minutos o dos horas y media, olvidarnos de nuestros problemas y podamos enfocarnos en los de personajes ficticios. Que podamos no pensar en lo que tenemos que terminar para el trabajo, o en si deje o no la estufa prendida, que no tenga que pensar en cómo voy a pagar por la vez que choqué el carro de—*cough*; ya saben, problemas que nos consumen a todos; y podamos pensar en cómo Robert Pattinson va a lograr estar con Catwoman (no la he visto, pero quiero), o en lo cómico que fue que Bella genuinamente sintió que el “It” boy misterioso de la escuela pensaba que ella apestaba y ella comoquiera se enamora perdidamente de él.
“Y no es que quiera que todo siempre sea un escape feliz, y que en todas las películas veamos la misma estructura de conflicto donde, no importa lo que pase, al final del día, el mundo va a ser color de rosa y felicidad—y llueven flores. No. Estoy clara que a veces, el escape que uno necesita es ir a una sociedad distópica en donde, una vez al año podemos hacer lo que nos da la gana por 24 horas; o a veces necesitamos pensar en cómo sería la vida si nos tuvieran que dividir por distritos y mandarnos a pelear por comida (no sé, tampoco la vi… na, embuste, esas sí. Genuinamente no recuerdo por qué es que se van a los juegos).
Sé también que a veces no necesitamos un escape, sino una perspectiva distinta. Y que las películas que tienden a reflejar la sociedad real, o a narrar historias con finales… no felices, a veces nos ayuda a ver nuestras situaciones de otra manera y tal vez, nos ayuda a salir adelante (o sea, que se relacionen a los personajes, de modo saludable (a diferencia de mi), y logren proyectar sus problemas en ellos para así tomar ideas de cómo superarlo).
Sin embargo, también estoy consciente de que muchas de las series que más me han gustado, han sido victimas de malos desarrollos en sus historias, de escritores que parecen no saber como concluir sus historias (dice la que nunca sabe cómo concluir ni una salida con mis amigos), o de que terminan perjudicando el desarrollo de sus personajes y narraciones, por “shock value” o por intentar integrar elementos que estén “trending” al momento—que aunque no le sirva de nada al desarrollo, tener ciertos elementos aumenta vistas, así que, por qué no?”
Luego, citaba al tipo que escribió el libro que les dije, porque el dice que,
“We beetle away happily… with the fact of the void hovering over us. To look directly into it, and respond with an entirely rational descent into despair, is to be diagnosed with a mental-health condition… The cure for the horror is story. Our brains distract us from this terrible truth by filling our lives with hopeful goals and encouraging us to strive for them. What we want, and the ups and downs of our struggle to get it, is the story of us all. It gives our existence the illusion of meaning and turns our gaze from the dread… There’s simply no way to understand the human world without stories. Stories are everywhere. Stories are us. It’s story that makes us human. Recent research suggests language evolved principally to swap ‘social information’ back when we were living in Stone Age tribes… Stories about people being heroic or villainous, and the emotions of joy and outrage they triggered, were crucial to human survival. We’re wired to enjoy them.”
Will Storr, «The Science of Storytelling»
En otras palabras, que cualquier persona que llego a decirme que ser escritor o que contar historias no era esencial, (me puede mamar el b—*cough*)… estaba erróneo.
Sin embargo, nunca logro terminar mis ideas. No logro concretizar el mensaje que quiero transmitir. No logro sentir que mis habilidades escritorescas son lo suficientemente poderosas como para lograr entretenerlos al hablarles de cosas que no son de interés general, de las cosas que la sociedad (mía, por lo menos) me ha condicionado a pensar solo me interesan a mi así que tengo que buscar maneras creativas de explicarlo. Es como el anuncio de Chef Boyardee donde el chef les guiñaba a los papás porque ahora contiene 2% de vegetales. Por tanto, tu hijo es feliz (ustedes están entretenidos leyendo mis rants incesantes de todo y nada donde intento compartir los 70 pensamientos que están entrando en mi cerebro a la misma vez) y tú como padre te sientes más tranquilo dándole su dosis diaria de Chef Boyardee a tu hijo sin sentirte culpable porque por lo menos está consumiendo 0.01% de brócoli sintético (o sea—duermo con la tranquilidad de pensar que efectivamente leyeron algo que posiblemente no les apasiona a ustedes, pero a mi si, y logre transmitir esa pasión de tal forma que no se aburrieron o decidieron darme “unfollow”). Y aun así, no creo que le llegue ni a los tobillos al Chef Boyardee metafórico de mi mente.
No se. Mi inspiración viene y va últimamente, se me hace difícil silenciar al diablito metafórico que se me sienta en el hombro izquierdo. PERO, no se preocupen. Mi psicóloga me esta ayudando, y una de las asignaciones que me dio fue escribirles cartas a las personas, por… distintas razones, pero pensé comenzar con ustedes.
Aunque Freud Jr. (el diablito de mi hombro, le puse nombre) intente hacerme borrar esta página con todo, o me hace dudar de mis habilidades, o pensar que mis palabras no tienen poder; ustedes han estado ahí. Genuinamente, recibir mensajes de extraños diciendo que se relacionan a lo que cuento, o que lo disfrutan, o que lograron reflejarse ustedes mismos en mis palabras; me llena el corazón de una manera inexplicable y me hace querer seguir luchando por este sueno que tengo desde que tengo memoria, y de lograr impactarlos del mismo modo que otros me han impactado a mí. De establecer una relación virtual y metafórica, pero donde sientan que me conocen y yo a ustedes, donde pueda proveerles ese confort que anhelan, ser para ustedes la persona que, en mis más bajas, añoraba tener a mi lado. Lamento no poder ofrecerlos nada concreto, me disculpo por desaparecer por un mes. Gracias por seguir aquí, espero poder… concretizar mis pensamientos próximamente y darles mejor contenido.
Hasta que un día, mientras estudiaba para un examen de Matemáticas en el Starbucks de mi universidad (o sea, un coffee shop pero que compraron muchos vasos con el logo de Starbucks), la conocí. (Sí, a la que les dije al principio, la que me trató como paño sucio, esa)...
(Imagínense que aquí va la canción del intro y sale el título)
Se paró al frente de mi mesa y aunque solo mantenía contacto visual conmigo, le hablaba a mis dos compañeras con las que estaba estudiando. Lo primero que me preguntó, cuando al fin se dirigió a mí, fue, «are you bisexual?».
(Yo quedé, así:)
Creo que cuando cuento esta historia, nadie entiende la importancia que estoy tratando de darle al hecho de que me preguntó si era bisexual.Si hacemos un rewind al principio (al Capítulo 1), recordamos que dije que «la primera vez que alguien pensó que yo era lesbiana, me sentí ofendida». Analizándolo bien ahora, probablemente fue por mi homofobía internalizada (la frustración que uno desarrolla al darse cuenta de que lo que te hace sentir algo positivo no es «normal») que desarrollé como mecanismo de defensa.
(Para contexto: En psicología, existe un mecanismo de defensa del cuál vemos ejemplos diariamente, sin fijarnos, y se conoce como formación reactiva. Wikipedia dice que es «cualquier comportamiento, actitud o hábito que marcha en la dirección opuesta a la de un deseo reprimido.» Yo, que te lo trato de explicar a mi manera, te digo que es el estereotipo que vemos en todas partes del abusador, macho-alfa homofóbico que después nos enteramos en realidad ha sido gay toda su vida y el enojo que siente nace de sentirse incomprendido. (O sea, Adam de Sex Education, Nate de Euphoria, Karofsky de Glee…) En mi caso, mi proyección negativa era poner a William Levy de fondo de pantalla y cada vez que comentaba sobre la apariencia de cualquier mujer, lo acompañaba con un #NoHomo.)
Representación gráfica de yo diciendo «no homo».
Me quedé perpleja cuando me preguntó. Nadie, nunca, me había preguntado si era bisexual. Para mi identidad reprimida; que estaba asustada y en posición fetal escondiéndose en un clóset vacío y oscuro, quedándose ya sin agua y racionando la comida, se sentía más válido. Bisexual implicaría que me gustan los hombres (o sea, soy «normal»), pero de vez en cuando podía admitir que dejaría que Megan Fox me pegara un chicle en la cara (No sé). Implicaba que soy «straight» pero con sazón. Mi búsqueda de validación y de sentirme convencionalmente atractiva se podía expandir. ¿Por qué dejar que solo los Brads y Chads me dieran validación, si Sarah y Jessica me podían hacer sentir igual? Obvio, todo este análisis ocurrió internamente y en medio segundo; así que a ella no le respondí nada al momento.
Procedí a ignorar la pregunta y a continuar estudiando de College Algebra. Una vez mis compañeras se fueron, volvió a mi mesa, se sentó al lado mío y me preguntó que si no le conteste porque no quise o si era por que no sabía. Yo le dije both.
Lo que le siguió a ese día fueron muchas investigaciones tipo FBI a ver si descubría el nombre completo de ella, y ver stories de sus amistades (bueno, las que teníamos en común), a ver dónde estaba. (Ya saben, no por stalker, pero para poder encontrarme con ella accidentalmente). Le siguió desarrollar una tensión sexual muy rara; como si Tom & Jerry deciden que son gay, pero no pueden estar juntos porque Jerry sigue haciendo que Tom quiera aplastarlo con un martillo de muñequitos.
Le siguió que, admitir que sentía algo por ella me llevó a confesarle a mis amistades que, efectivamente, tenían razón (pero no al 100%). Le siguió que la identidad reprimida que estaba escondida y racionando comida, logró salir y tratar de interactuar con el mundo luego de estar por 18 años siendo empujada adentro del clóset cada vez que intentaba salir a la luz.
También le siguió ella buscándome y buscando excusas para escribirme—que usualmente eran relacionados a que había tomado demasiado y decidió hablarme. Le siguió ella hablándome todos los días mientras estaba en mi casa en las Navidades, pero una vez llegamos a la universidad, me enteré que tenía novia.
Le siguió ella dejándose de la muchacha y buscándome tipo Rom-Com de los 2000’s, entrando al lobby de mi dorm para darme un beso e irse, sin decir nada (sí, de verdad pasó). Le siguió yo, confesándole que me gustaba (porque la primera vez no lo hice y ella me reclamó que por eso fue que se buscó otra novia) y ella dejándome en Read. Le siguió buscarse otra novia más, pero a esta le fue infiel conmigo (que no es algo que me enorgullece, pero no juzgué a Cassie en Euphoria porque yo fui Cassie en Euphoria (S2 Cassie—S1 la amamos).
Una vez la dejó, pensé que entonces teníamos un chance. No fue así.
Después me enteré por Twitter que, nuevamente, estaba empezando a hablar con otra. Eventualmente, se fue de la universidad, pero seguíamos hablando.
No entraré en muchos detalles sobre nuestra «relación«, solo les diré que fue un año de sentirme como basura el 95% del tiempo, por pensar que el 5% que quedaba, que era positivo (cuando quería serlo), valía la pena. Un año de ella teniendo dos y tres novias, todo mientras seguía hablándome y tratándome como su pareja. Un año de ella siendo capaz de decirme que me amaba, y de llamadas en donde se quedaba dormida porque mi voz le daba paz, y sin embargo; nunca quizo estar conmigo.
[TW: Su*cid*o]
Cuando al fin tuve suficiente fuerza de voluntad como para decirme a mi misma que merecía mejor, y terminar con ella; mandó unos mensajes.. preocupantes, insinuando que se haría daño al dejarla.
Procedí llamando al su*cide hotline (donde me pusieron en HOLD por como 20 minutos) y viendo a ver qué podía hacer al respecto.
(Aparentemente, la línea telefónica es para personas batallando enfermedades mentales y necesitan alguien con quién hablar por un rato—cualquier situación más seria que eso, te van a referir al 9-1-1.)
(Si llegaran a necesitar apoyo emocional de este tipo, pueden llamar al 1-800-273-8255. Mis e-mails y redes están disponibles siempre también. No se hundan en un vaso de agua, llamen a alguien que los ayude a levantarse para darte cuenta de que el agua es llanita.)
Ella me dejó de contestar los mensajes y las llamadas iban directo a su voicemail. Le escribí una vez más; dejándole saber que si no escuchaba de ella, tendría que llamar a la policía como método preventivo. Me respondió que por favor no lo hiciera, que estaba bien.
No volví a saber de ella hasta casi un año y medio después, cuándo me volvió a escribir y solo le contesté porque pensé que me daría closure.
Ella, no estaba interesada en eso. Ella, me dijo que había cambiado y mejorado, que su vida no tenía sentido sin mí y que ahora sí sabría valorarme porque yo fui de las mejores, si no la mejor, cosa que le había pasado. (No lo digo por echármelas—genuinamente me dijo todo eso.)
Yo, le respondí que lo que yo buscaba era «closure» y le recalqué que no la estaba ignorando, sino que no sabía qué decir…. mentí inconscientemente.
Nunca le contesté. Recibí un mensaje de ella un San Valentin y la volví a bloquear.
Un año más tarde, conocí al amor de mi vida. (Que ya no está en mi vida, pero pues.. fue el amor de una de mis vidas.) Conocí a alguien que me enseñó a valorarme y a ser independiente, hasta cuando estaba en una relación. Alguien que por primera vez me dijo «¿tú psicoanalizas a todos, pero quién te psicoanaliza a ti?» (sentí como si todos siempre me decían «estás bien pendeja»y al fin alguien me preguntó «pendeja, estás bien?») Y aunque después de tres años nos dimos cuenta que funcionamos mejor solas, no me arrepiento de nada. (No elaboraremos mucho sobre esto, ya que es reciente y fue una de las cosas que me empujó a comenzar a escribir públicamente— de la tristeza nacen las mejores obras, no?)
(Otro día les hablaré de lo increíble que era y de cómo ese sí fue mi primer amor genuino. Otro día les contaré de lo mucho que su presencia me trajo paz, y de cómo ella me ayudó a crecer como persona, pero por ahora…)
Nota del autor: Ahorasí es para crear tensión. Última parte sale el viernes (03/11).
Como «escritora» (que pongo entre «» [chzq • chzq] (como suena en mi mente) por las inseguridades que tengo con referirme a mi misma así, pero comoquiera lo hago porque tenemos que «fake it til we make it»), se podría decir que comprendo el afán por el arte. Como «artista» (entre chzq chzq por la misma razón), me gustaría considerarme alguien con una mente muy abierta, alguien que piensa que los límites de la creatividad no existen. Así que tiene todo el sentido del mundo cuando digo que, me rehuso a pensar que todas las películas no son basadas (en alguna forma) en la vida real.
No sé si entienden, me repito; Me rehuso a pensar que todas las películas no son basadas en hechos reales. Y recuerden que esto hay que verlo con ojos neuróticos; cuando digo hechos reales, no me refiero a que todas las películas son un reflejo sobre la sociedad en la que estamos, ni tampoco busco criticar el hecho de que en los últimos diez años lo único que han creado son reboots o spinoffs de películas/series/novelas que eran famosas en los 1900.
(Aunque en realidad estoy en contra de esto por dos razones 1. Me sentí vieja recordando que vi Rubí de pequeña y luego viví el «reboot»—Teresa. Y estoy segura que mi hija verá el reboot del reboot, María Fernanda, o algo así. (Y van a ser los mismos protagonistas de las dos anteriores) 2. Porque luego de ver la enésima versión de Halloween (que nuevamente es falso porque, como les dije, no veo películas) uno ya tiene que dejar que el tipo de la máscara (Michael?) se muera.).
No, me refiero a que es ilógico pensar que mis peluches nunca me van a hablar. Ese ejemplo es medio «far-fetched«, así que les doy uno más concreto. Hay sobre siete billones de personas en el mundo, estamos increíblemente sobre-poblados, ¿y yo se supone que piense que no hay ni una sola persona que pueda expulsar ácido por los dedos de los pies? (No sé, para tratar de pensar en un superhéroe diferente) ¿O que genuinamente a nadie, nunca, su mascota le ha tenido tanta confianza que al fin se atrevió a hablarle sin el miedo de que terminara en un laboratorio científico?
La lógica, nos diría que no. Nos diría que las películas/series fueron creadas para darle a sus espectadores un escape de la realidad, un mundo imaginario donde los limites no existen.
(Sí, solo películas y series. Las novelas fueron creadas para las viejitas, chismosos, y para ver bofetadas bien mal dadas.—algo que digo con amor, como viejita chismosa fanática de Destilando Amor y Al Diablo con los Guapos).
La lógica descartaría mi teoría por completo, recalcando que así es como funciona la creatividad e imaginación; viendo hechos reales y dándoles el «spin» que los haga fantásticos. La lógica nos diría que como persona «creativa» y artística, debería saber que existe gente sumamente dotada en el planeta y que pueden inventarse cosas que aún ni nos hemos imaginado (como Avatar 7, que va a salir durante la tercera apocalipsis). Pero, es más divertido pensar ilógicamente.
Es más divertido pensar que el Mandela Effect existe y que, efectivamente, en el 2012 el mundo sí se acabo y nos transferimos a uno alterno dónde Kit Kat no tiene el «–», Skechers se escribe sin T, Cool Wip no lleva H, Febreze está escrito con una (1) sola e (debería ser febreeze, ahora mismo se pronunciaría [febrES) y Nelson Mandela no murió en el 1985 (que es de dónde origina la teoría—mucha gente piensa que se murió antes pero se murió el 5 de diciembre del 2013.)
(Este, es mi intento a un «segway» tipo película que rompe el «fourth wall» y, donde te digo «Yep. That’s me. I bet you’re wondering how I ended up here.»)
¿A dónde voy con esto? A introducir lo que me refiero cuando les hable de «teorías». No les quiero dar la apariencia de que soy una persona susceptible a las mentiras, ni que soy «gullible», mucho menos que soy alguien que toma como cierto todo lo que ve/lee/escucha. Al contrario, cuando quiero saber el por qué de algo necesito confirmación de que es por eso; cuando son cosas negativas, para asegurarme que tengo que comenzar a afrontar la realidad; cuando son cosas positivas, para asegurarme que el universo no me está invitando a ir «bungee-jumping». (Lean mi artículo anterior—ya tenemos inside jokes, qué gay.)
Tampoco quiero que piensen que todo lo que escribo es un hecho, y mucho menos que yo pienso que lo sea. No soy de las que piensa que el gobierno nos implantó un chip en la vacuna (pero sí que nuestros teléfonos saben literalmente todo de nosotros y que tengan mucho cuidado con enojar al FBI, que va y leakean los mensajes que le mandaste a tu ex el viernes a las 2:50am.), ni pienso que los demócratas tienen una red secreta de tráfico humano que esconden en Pizza Hut(o algo así, no recuerdo), pero sí pienso que, a veces, cuando el autor dice que el agua es azul, es porque el agua es un reflejo de su validez interna y al estar irrumpido por su primer amor ve el agua como… bla bla bla.
Decir que el agua es azul porque el autor quizo que fuera azul, es aburrido. Decir que el agua es azul porque cuando la luz del Sol atraviesa la atmósfera para llegar hasta nosotros… es aburrido, y amerita un quién… te preguntó.
El problema es que si de verdad hay un significado detrás del color del agua, yo puedo pensar que es porque el autor estaba deprimido y quería tener su momento de «Bet on it» tipo Troy en High School Musical 2; mientras que Chencha puede pensar que el azul del agua representa la paz mental que siente el autor ahora que se dejó de Gabriella y se fue con Sharpay. (Me quedé con los ejemplos de HSM, pero todos sabemos que Gabriella era la verdadera villana.–T as in Troy? No, T as in tate’ quieta, loca.)
Querer que todo tenga un motivo, o una explicación más profunda abre el margen para error y deja que se continúe abriendo y abriendo, hasta que se vuelve más fuerte que tú y te hala con todo. Yo debo saberlo, ya que siempre he sido muy susceptible a la imaginación. De pequeña, era cute. Significaba que mis juegos siempre eran complejos y complicados, que rara la vez me aburría, y que era buenísima cuando teníamos que escribir «creative essays». De grande, esa imaginación (si dejas que te siga consumiendo, como hice yo), se creyó que era un Pokémon y evolucionó. Pasé de «imagínate una película donde los chicles te hablan, pero solo cuando los muerdes…» a «ayer estaba de lo más bien con María pero hoy me contestó «ok» [ohq], como suena en mi mente] en vez de okay cuando le dije que ya estaba saliendo así que claramente está enojada conmigo. No tengo ni que preguntarle, lo dijo todo con su tono, no es lo que dice es cómo lo dice y ya hizo claro que me odia. Si ella me odia, eventualmente todos me van a odiar y voy a morir sola en el inodoro de Walmart.«
Claramente, dejé que mi imaginación se convirtiera en ansiedad, así que el propósito de compartir mis teorías con ustedes ahora nace de un deseo de desarrollar esa imaginación nuevamente, y tratar de conducirla por un camino más positivo.
Se podría decir que ya lo he hecho antes, pero seguramente era más un «hyper-fixation» que cualquier otra cosa. (Estuve obsesionada con Pretty Little Liars (PLL) por mucho tiempo; compré todos los libros, la serie completa en DVD y gasté horas y horas de mi vida viendo todos los episodios una y otra vez, buscando evidencia de que Mona era A, y después de que Toby era A… y después de que Spencer, Ezra, Melissa, Alison, Aria…. todo para que terminara siendo la hermana gemela de Spencer que estaba escondida en Inglaterra. *Inserta meme del caballo mal dibujado al final*)
En fin, mis «teorías» son observaciones que hice y decidí darle un significado más profundo del que tiene. Habrán algunas que probablemente no les pueda otorgar pruebas concretas de que sea cierto (por ejemplo, el tipo que bota ácido por los pies en algún lado del mundo), y otras que les pueda dar evidencia, o cosas que yo considere evidencia. (Como mi teoría de que Bad Bunny en realidad dice sus iniciales al final de sus canciones y no «bebé» como inferí originalmente. Bad Bunny, B & B. Y cuando dice Bad Bunny [beibebebe], está diciendo Bad Bunny B&B, bebé.—si alguien lo conoce, por favor dígale que lo confirme.)
Puede que otras, no sean ni teorías, sean pensamientos que tuve en algún momento, o cosas por las cuáles me siento sumamente apasionada aunque no tengan sentido alguno, temas de los cuáles podría escribir ensayos de cinco páginas, double-sided, single-spaced, en Times 12. Como por qué Jon Snow debió haber sido el que murió en Game of Thrones(y que lo trataron de pintar como el héroe incomprendido con carita de (como diría mi abuela) perro sato desnutrido, cuando en realidad siempre necesitó que una mujer lo salvara), o que Spongebob sí merecía ser gerente en The Spongebob Squarepants Movie y que Mr. Krabs se pudo haber buscado una demanda con el departamento de trabajo; ya saben, pensamiento crítico necesario.
De vez en cuando, mis explicaciones son exitosas en traerme paz, o en terminar siendo más profundas de lo que planifiqué y dan la impresión de que sabía lo que estaba diciendo y soy la próxima Pablo Neruda. Como si mi subconsciente es un poeta frustrado, con mal de amores, apunto de cortarse el dedo (porque las orejas son los pintores). No lo digo solo porque me sorprendo yo misma con mi capacidad auto-crítica, sino que también impactaba a los demás.
En la escuela superior, solía decirle a los demás que los quería psicoanalizar. Habían veces que decía cosas generales, de las lecturas que te da el Walter Mercado que se sienta en una esquina en Río Piedras. «Se te hace muy difícil confiar en tus parejas porque tus padres nunca te dieron estabilidad, como decían que te iban a llevar a Disney y terminabas en el dentista, ahora solo puedes salir con mentirosos.» La gente se sorprendía.
Habían otras veces, que genuinamente había hecho un psicoanálisis mental de los demás (ahora me voy en mi viaje tipo Pablo Neruda). Las personas no están acostumbradas a que los demás los observen, cuando me fijaba en pequeños detalles las personas se emocionaban mucho. Pienso que viene más del deseo de sentirnos vistos, de pensar que no somos los únicos que percibimos las cosas de cierta manera.
Ahora, como «millenial» en su «pre-quarter quarter life crisis» (y con un bachillerato en psicología), pienso que mis observaciones han mejorado mucho y a consecuencia, mis percepciones e interpretaciones de los demás y sus comportamientos también.
(Antes de que piensen «ok que bueno loca, felicidades») ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que ahora puedo compartir con ustedes mis teorías, mis consejos, mis historias, mis observaciones, mis chistes; en fin, nos podemos ayudar mutuamente. Significa que puedo decirte que sigues en tu relación aunque seas infeliz porque tienes miedo a estar solx, o que el primero en mentirte fue tu papá y ahora aceptas a cualquier hombre mentiroso en tu vida (sí, te hablo a ti, Olga Tañon). Puedo decirte que te relacionaste a Cassie de Euphoria porque, al igual que ella, dejaste que tu validez naciera de los demás y cuando dejaste de recibirla, hubieras hecho cualquier cosa por tenerla de vuelta. ¿Son observaciones válidas? Sí. ¿Observaciones concretas, observaciones precisas? Espero que sí. ¿Debería preocuparles que con quién yo me relaciono en Euphoriaes con Rue, y ahora estoy aquí diciendo que voy a tratar de darles consejos? Probablemente. Pero saben qué?
Lo bueno de que un ciego guíe a otro, es que ninguno de los dos tiene por qué saber que el otro es ciego.
Y después que lleguemos a donde queremos llegar, el camino suele no importar. Todas las veces que nos chocamos con cosas, o las veces que pensamos que no íbamos a poder pasar sobre ciertos obstáculos en el camino (siguiendo con la metáfora–porque no los viste, o no te los esperabas), dejan de importar. Cuando llegas a tu meta, puedes trabajar en superar el camino y lo que viste ahí. (Tipo las películas estas donde el protagonista pasa por demasiadas cosas y tú piensas, «ea diablo, cómo va a superar eso?» Y hacen un time jump y de la nada «Six weeks later» está como si nada y la muerte de todos sus amigos no importó. No sé a qué película me refiero pero estoy segura que el protagonista es The Rock.)
No es que les esté diciendo que el resto de mis publicaciones van a ser una combinación de Martha Stewart y Dr. Phil, dónde te sugiero 10 Recetas para Alimentar a tu Ego o te hablo sobre cómo aprender a perdonar al que te robó el parking en plaza para ayudar a sanar tu «inner child». Pero puede que un día decida hablarles de cómo Shreken realidad es un «coming-of-age film» que va en contra de todos los estándares postulados por la historia clásica del principe y la princesa, dejándonos saber que lo que vale es lo que está dentro de nosotros y no cómo aparentamos; y en leer mi análisis te das cuenta de que siempre has sido Burro y dejas que la gente te pisoteé y te trate mal aunque tú seas su único amigo porque piensas que así es que mereces que te traten (al principio de la película, vemos cómo su dueña lo trata, sugiriendo que el piensa que la violencia/insultos es un love language porque no aprende lo contrario hasta que conoce a La Dragona), y esta nueva percepción interna, superas a tu ex.
Si mis palabras y la necesidad que tengo de que el gato tenga la misma cantidad de patas que de vidas, logran hacer un impacto en ti, mi querid(x) lector, entonces ya logré lo que quería.
Toda mi vida he querido ser escritora. No lo digo como hipérbole, literalmente, desde que tengo memoria, he querido ser escritora. En primer grado, mientras los niños hablaban de querer ser astronautas, doctores, bomberos; yo mentía y decía que quería ser arquitecta, veterinaria, o cualquier otra cosa que no fuera ser escritora.
De pequeña, lo escondía por vergüenza. Por alguna razón, niños de seis años no parecen comprender el deseo de escribir y leer. De adolescente, lo comencé a compartir abiertamente, aunque aún recibía miradas confusas de mis compañeros, y mi familia pensaba que había encontrado un «hobbie» nuevo para seguir.
Al seguir creciendo, mis deseos solo aumentaron. Lamentablemente, cualquier profesión artística conlleva miradas alarmantes de los demás y al presentar el concepto de un bachillerato en literatura para poder escribir un libro a tu familia, recibes más miradas alarmantes todavía. Así que, luego de un tiempo, cuando me preguntaban qué quería hacer con mi vida respondía no sé, o intentaba cambiar el tema con bromas ligeras de querer trabajar en un «fast food», algo que me llevo a no ser la persona favorita de muchos padres.
Lo que todos pensaron que era un «phase», permaneció como una pasión, algo que haría aunque no me paguen, así que lo estudié comoquiera. Actualmente, tengo mi bachillerato en literatura (y psicología, porque «cualquiera puede ser doctor y escribir, pero alguien que escribe no puede ser doctor») y mi sueño de escribir un libro y de compartir mis palabras con el mundo no ha desvanecido.
No creo que sea por un complejo narcisista, no pienso que mis palabras son ni más ni menos importantes que otras; pero de niña, observé el efecto que tuvieron las historias de los demás en mí. Sentí cómo las palabras de otros me llevaban a un mundo en silencio, un mundo que yo controlo y modifico.
Nuevamente sueno como una narcisista sociópata, sugiriendo que mi deseo es controlar todo y a todos, pero cuando te crías en un hogar … inestable. Sentir que tienes el control de algo parece un lujo. Pero ese será un tema para otro día; por ahora, escribir para mi es algo terapéutico y como alguien que sobre-analiza todo, alguien que si pudiera le buscara hasta la sexta pata al gato, usualmente tengo mucho de que escribir. Creé esto para darle plataforma y vida a mis historias y ver si logro impactar a alguien de la misma manera que otros me han impactado a mi.
Así que, bienvenides a mi mundo contradictorio y neurótico. Espero que disfruten.
«Tengo dos opciones: puedo escribir palabras al mundo y esperar que encuentren su audiencia. O puedo esconder mi luz debajo de la mesa por miedo a que mi resplandor no le guste a alguien.»